III

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- No pensé que Dal mandara la señal de auxilio a un dragón, por el riesgo que supone.. - le digo al niño.

- No tienes que fingir conmigo - dice él -. La gente no suele acudir a los dragones para sus problemas, ya que nos enojamos muy fácil, ¿o me equivoco?

- Claro que no - digo, tomando la cura de la mano de Tenebrae, quien todavía sigue inconsciente -. No quiero que te molestes, ni mucho menos que te sientas ofendido, pero he tenido problemas con los de tu raza, y no quiero tener a más enemigos, por ahora.

- Entonces haz caso a lo que te digo: tienes que ir con mi rey.

- Ihmal tiene pensado matarme..

- Igual que todo el mundo oculto - me interrumpe Dal, quien entra caminando desde el lado de mi espalda -. Nos tenemos que ir, pero de ya Vacuum, antes que Tenebrae despierte. No hay tiempo que perder.

Dicho esto, el niño me ofreció una mano, y otra a Dal. Ya que nos había agarrado, agitó las alas (las cuales son de color café) y voló hasta el techo mas cercano a nosotros. Estando ahí, cerró los ojos.

El niño empieza a brillar, y su cuerpo se deforma y se extiende hasta convertirse en un dragón de 3 metros, café, y con unos rasgos de aspecto violento. Su hocico es similar al de los perros, y sus ojos producen huir del miedo: son penetrantes, imponentes y amenazantes. La cola tiene una forma picuda, algo rasgada, y al final se puede apreciar un tono amarillento. Por la linea que produce la columna tiene marcado algo que se me hace muy familiar, y toda la parte de la espalda tiene escamas. El pecho del dragón esta suave, amarillo, y tiene espirales marcadas.

- Sube, tenemos que ir por algo que te pertenece - dice Dal, subiéndose de un brinco a la espalda del dragón, la cual está llena de marcas de latigazos. Nunca he gustado de la manera en que educan a los dragones.

Mi gabardina.. no. La gabardina. No me pertenece desde aquel día, ya no la merezco.

- Dal - digo, secamente -, esa cosa no es mia. Ve a por ella, y quédatela, luego recibirás órdenes.

Corro en la dirección opuesta a donde están ellos, ignorando los gritos de Dal, pidiendo que suba. Corro y salto sobre las casas, de una en una, hasta que caigo por un callejón. Mis piernas empiezan a perder su movimiento completamente.

Agarro la botella con la cura, y de un sorbo me la trago. Veo que quedan pocas gotas en el frasco, y hago que caigan a la herida producida por la katana de Terra. Al momento de aplicarla, grito con fuerza y me pongo de rodillas, con un picor tanto en la herida como en el pecho. La cura funciona perfectamente, como ácido en hierro. Pronto se empieza a cerrar la herida, y el dolor disminuye, haciendo que pueda moverme poco a poco.

Cierro los ojos lo que parecen minutos, horas. Contengo un poco la respiración, pues cada que respiro el aire me quema por dentro. Finalmente, me siento, acurrucado contra la pared, solo, como siempre he estado.

Me levanto y camino, dolido, y sin saber donde estoy. No he corrido a una gran distancia de la Plaza, de eso estoy seguro.

Salgo, y la luz del sol me indica que falta poco para que anochezca. Con desilución, sé que no veré a Lux hoy, ya que si sale de noche, bueno, su elemento lo dice todo.

No solo los humanos me temen a mi. Le temen a los elementos, a todos, en realidad. Si supieran que si los elementos no existieran no vivirían, la cosa cambiaría. En sí, por eso soy al único al que más le temen y desconocen en realidad.

Me oculto un momento más en la penumbra del callejón, y, hasta que oscurece realmente, salgo un poco dejando que la luz de los faroles me alumbre, solo lo suficiente para que se vea mi ropa oscura. Veo unos cuantos ebrios cantando al lado de un bar, señoras con ropas para ballenas en el pleno chisme nocturno, y unos niños vestidos pobremente jugando a lo que le llaman "soccer" con un balón de hule.

Es agradable ver a los niños jugando, pero en cierto modo me da lástima verlos jugar con esas ropas, y con ese balón tan desgastado.. ah, ya se que hacer.

La ventaja de los elementos es poder materializar algo inexistente, mientras no sea dañino. Aprovecho este privilegio para aparecer un balón profesional de soccer, y hago que caiga a un lado del que está posicionado como portero. El niño, que estuvo atento al lanzamiento en todo momento, me mira con sus ojos color avellana y su figura regordeta, impaciente, como pidiéndome permiso para usarlo.

- Claro, es todo tuyo - le digo.

El niño salta de la emoción y va con sus amigos a contarles, al mismo tiempo en que me marcho, entrando de nuevo al callejón. Me detengo, pues siento la presencia de alguien.

- Vaya, vaya, vaya.. puede que al final sí te queden sentimientos en ese frío y distante cuerpo que alguna vez estuvo lleno de deseo y lujuria.. - dice una voz femenina, cautivadora, y dolorosamente familiar.

- Aqua, que alegría escucharte - le digo, sin poder ver donde está, sin poder cautivarla. Hago lo que me es permitido hasta el momento: ignorar su comentario dudando de mi humanidad inexistente.

- Y claro que te alegraría más no escucharme a mí - dice otra voz, ronca como la de un anciano, pero tan suave como un susurro, y raramente me entra por todo el cuerpo, formando un eco interminable.

- Y parece que Aer ha venido también, que gusto - digo, igual de cínico que anteriormente hice en su momento, con Ignis.

- Vacuum, vengo a suplicarte que te entregues a los ángeles - dice Aqua, a la vez que siento su tacto por mi cuello -. No quiero verte morir en manos de Tenebrae, ni tener que hacerlo uno de nosotros..

- Entonces hagan caso omiso a las peticiones de mi búsqueda, y dejenme en paz - digo interrumpiéndola, y tomando su mano para que no pueda moverse, ni tocarme. Me giro lentamente, preparado a lo que sea, y allí está.

Sus bellos ojos azules me miran con atención, mientras tomo su delicada y suave mano. Su tez es blanca, su cabello negro azabache y en las puntas tiene un toque azul. Va vestida con su camisa azul de cuello "V" y sus (aparentemente) jeans negros. Sus deportivas blancas siguen igual de gastadas que hace años. Sujetado a su hombro mediante una correa, esta su fino arco azul marino (el cual no necesita flechas, por el asunto de ser divino, y un sinfín de estupideces más), y el mango está hecho de piedras marinas (y claro, en el está su sello). Colgado a su pantalón, esta su cimitarra, la cual tiene un mango hecho de piedras blancas provenientes del paraiso, y en la punta tiene un color rojo (por cierto muy extraño) en el cual está su sello. Y claro, no me puedo olvidar de su gabardina azul, que tiene el mismo sello de la cimitarra y el arco. Toda una belleza de dama, tan mortal como un cuchillo clavado en el corazón.

- Suéltame - dice Aqua, algo sonrojada -. Hemos venido a por ti, y no quiero hacerte daño.

Dios.. ¡ella, hacerme daño a mi!

- Aunque no lo creas, nosotros sí que te podemos hacer daño - dice una voz, y suena a un lado de mi oreja derecha, susurrándome.

Y en ese momento me doy cuenta que Aer se ha mostrado, por fin. En cuanto edad, la voz parece que proviene de alguien de 60, pero físicamente el parece de unos 45 años (ya que tiene unos cuantos músculos, y el rostro no muestra ni una arruga). Tiene una barba crecida de días atrás, y el pelo algo corto, el cual es gris. Lleva un chaleco blanco encima de una camisa negra de manga corta, y encima tiene la gabardina gris con su sello. También lleva un pantalón casual azul, con unas deportivas blancas. Tiene una mochila colgándole en el hombro, y tiene su sello.. ¿qué guarda en esa mochila? Es un secreto que ni los propios dioses saben.

- Ahora estoy que me lleva la madre, así que, ¿qué les parece volver después? Puede que hasta les invite un té.

Cuando digo esto, hago un gesto de despedida con la mano y les doy la espalda, caminando normalmente hacia el extremo opuesto, la oscuridad.

Algo se escucha en las sombras, y me pongo en guardia. Es algo girando, de eso estoy seguro. Alzo mi mano para agarrar mi lanza y la mano de Aer me detiene, sujetandome fuerte.

- ¡Déjame en paz! - le digo.

Voy a darle un golpe a Aer, pero algo me detiene. El sonido giratorio se acerca más y más, y con él se van mis ultimas esperanzas de huida.

- Puede que, al final, has tomado muchas desiciones erróneas últimamente, ¿a que no?

Esa voz.. es Tenebrae.

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La Leyenda Del Sombrío Elemento (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora