Londres, Inglaterra
14 de septiembre del 2024
EVENGELIE
Los gritos de las personas afuera casi golpeaban la puerta. Era mi hora. La hora de demostrar una vez más que era la mejor en este maldito lugar.
Envolví las vendas sobre mis nudillos como millones de veces lo había hecho antes.
Estaba en buena forma, aún más que cuando entrenaba y peleaba legalmente, pero aquí era todo lo contrario y eso me obligaba a ser mejor que cualquiera. La Jaula solo tenía una regla, la única y la más importante:
"NO MATAR".
Eso me hizo pensar en la primera vez que peleé en este lugar. Fui una estúpida cría que se creía invencible, pero ahora, mirándome en el largo espejo del sucio e improvisado camerino, sabía con seguridad que de estúpida ya no me quedaba nada.
—Eve. —Alguien me llamó.
Giré mi rostro para mirar la enorme y tatuada figura de Jake. Su cabello corto, liso y negro caía desordenado sobre una parte de su frente. Estaba sin camiseta, por lo que podía apreciar los dibujos en tinta negra sobre su piel y las líneas de sus músculos marcados. Jamás me cansaría de verlo. Recién había terminado su pelea. Estaba cubierto de sudor y algunas gotas de sangre. Su cara de ángel no iba con lo demoníaco que era su cuerpo. Sus ojos gritaban que tenían la capacidad de sanarte y joderte al mismo tiempo.
Me obligué a despertar.
—¿Ya está aquí? —pregunté rápidamente, mientras verificaba que mis dedos y nudillos hubiesen quedado bien protegidos bajo las vendas manchadas de sangre de oponentes anteriores.
—Ya está aquí.
—¿Quién es esta vez? —quise indagar, pero Jake negó con la cabeza.
Volví mi vista al espejo para trenzar mi cabello en dos líneas. El corazón me golpeaba con fuerza en el pecho. Siempre me sucedía esto antes de alguna pelea. Debido a la cantidad exuberante de dinero que había de por medio por las apuestas, no existían las categorías, no había separación de sexos, aquí era todos contra todos porque lo único que valía era la reputación. No tenía ni idea de quién estaba al otro lado de la pared, lo único seguro era que compartíamos el mismo número de victorias en el sucio octágono. Ambos o ambas estábamos invictos, pero hoy alguno no lo estaría más.
—Hay alguien muy extraño en la gradería —comentó Jake. Abrió su casillero para sacar una camiseta negra y ponérsela —. Jamás lo había visto aquí.
—Seguro viene a apostar por el rival.
Me moví por toda la sala hasta alcanzar mi botella con agua, bebí de ella y me fijé en la hora que reflejaba la pantalla de mi celular: 23:55. Guardé todas mis cosas en el pequeño cubículo rectangular y antes de salir le di una mirada a Jake, pero su voz hizo que me detuviera a mitad del pasillo.
—Espera —dijo y llegó hasta mí—. Hoy el ambiente se siente diferente y no quiero dejarte sola.
Le sonreí y retomé de nuevo mi camino. Cada paso que avanzaba hacía que mi adrenalina fuera subiendo poco a poco. La necesitaba por completo. No iba a dejar que se terminase la impecable racha que llevaba.
—¡Al fin! —René apareció de la nada con una gran sonrisa en su cara—. Tenemos que hablar de algo importante antes de que salgas.
Intercambié miradas con Jake y volví a René.
—¿Qué es?
—Sé que esto va a sonar mal y que tal vez me mandes a la mierda, pero créeme, si no fuera en serio e importante, no te lo estaría pidiendo casi de rodillas.
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MORTAL (LIBRO I)
RomanceEvengelie "Mortal" West es una deportista de artes marciales mixtas y medallista olímpica en Taekwondo. A sus diecinueve años, ha cometido error tras error sin preocuparse por las consecuencias, hasta que el karma se manifiesta en forma de personas...