2. El Plan

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Amelie Melbourne

Pase la hora libre en el patio de la escuela sentada bajo un árbol leyendo mi libro "Un cuento perfecto" de Elísabet Benavent hasta que toco el timbre y Antonella salió por las puertas traseras corriendo en mi dirección.

- ¡Aquí estas Amy!, Liam ya esta en la cafeteria -la mire con indiferencia y ella resopló- ¡que ya es hora perra!

- Oh eso -reí mientras guardaba mi libro en la mochila y me ponía de pie.

- No puedo creer que lo olvidaras y tampoco puedo creer que otra vez te echaran de la sala por culpa de Liam -bufo mientras nos encaminábamos a la cafetería.

- Si como sea, creo que necesito un tutor de historia porque reprobaré amiga estoy segurísima -me queje.

- Sobre eso... -comenzó dudosa.

- ¿Que? -la mire con el ceño fruncido.

- Cuando Liam y tú salieron la profesora Martins asigno a los mejores alumnos como tutores de los peores alumnos y tú... -me detuve en seco con el corazón en la boca y el ceño fruncido a la espera de su respuesta.

- Yo que Antonella -la incite a a hablar, ella suspiró.

- La profesora Martins te asigno como tutor a Liam, Amelie -frunció los labios mientras yo trataba de asimilar lo que acaba de decir.

- Es broma ¿verdad? -quedé boquiabierta.

Ella negó con la cabeza y yo reí para no llorar. La profesora Martins siempre a pensado que la rivalidad de nuestras familias y por consecuencia la nuestra es una ridiculez, ella es la profesora más vieja de la escuela, es casi de la edad de mi abuela pero menos simpática y amorosa.

- No tienes manera de librarte de esto Amy -dijo con pesar.

- Lo intentare de todas formas pero ahora vamos a la cafetería porque vamos tarde -Empecé a caminar con la ira ardiendo en ni interior, de ninguna forma Liam el imbecil me dará clases de historia.

Llegamos a la cafetería y nos pusimos en la fila de la comida para poner en marcha nuestro "plan maestro" como lo llama Antonella. El plan consistía en esto: Todos los Martes de cada semana la escuela ofrece como almuerzo un menú asqueroso y es por eso que casi todos traen almuerzos de sus casas ya que el menú consiste en una sopa de tomate que para cuando llegas a comerla esta más fría que un hielo, también ofrece una cosa rara como de jurel con que cosas más sabe Dios de color cafe y sin mencionar el olor que de solo pensarlo me dan ganas de vomitar y como broche de oro dan un postre de mousse de chocolate que huele y sabe a leche podrida. Nuestro plan es comprar todo el menú y vertérselo encima al imbecil arrogante.
Después de tener todo el menú de la muerte en nuestro poder con mi fiel amiga Antonella nos dirigimos tranquilamente a nuestra mesa a sabiendas de que Liam nos iba a interceptar en el camino como siempre que llegábamos tarde y como un reloj lo vi aparecer entre las mesas con su arrogante caminar, con su altura de 1,90 y su tonificado cuerpo que se aproximaba hacia nosotras junto con su mirada gris como el cielo nublado puesta en mi, mirándome como un depredador mira su presa antes de atacar y hacerla pedacitos, siempre bajo su mirada me siento un poco intimidada ya que sí, lo admito él maldito desgraciado intimida con esa mirada glasear y su altura de jirafa pero si él es una jirafa yo soy una jodida pantera lista para atacar. Mis ojos en ningún momento dejaron de conectar con los de él mirándolo con una ceja enarcada y mi cara de póquer.

- Pensaba que habías huido de la confrontación bichito... o debería decir alumna -sonrió burlón, ya se había enterado de la maravillosa noticia.

Liam tenía algo que siempre me había llamado la atención y eso era que cuando sonreía no solo lo hacía con los labios si no que también lo hacía con los ojos, era algo muy extraño de explicar pero yo siempre sabía cuando sonreía... cuando sonreía de verdad y ahora estaba sonriendo de verdad regocijándose en mi miseria.

- Si, apuesto que eso te encanta pervertido, ¿acaso el porno te a lavado el cerebro y ahora quieres cumplir tu fantasía alumna, profesor? -hice un falso puchero y la gente que ya empezaba a reunirse a nuestro alrededor rió.

- Ay bichito creo que leer tantos libros de romance ya te esta afectando a ese cerebrito tuyo -chasqueo la lengua.- Pero creo que esta bien que leas libros romance querida alumna, ya que nunca lo podrás vivir en la vida real porque nadie quiere salir contigo, ¿o acaso alguien te a invitado a salir? -dijo hiriente mientras al rededor se escuchaba el "uhhh" en masa y mis ojos empezaban a picar, trague saliva.

- ¿Hueles eso Anto? -pregunte tragando el nudo de mi garganta.

Antonella hizo como que olfateaba arrugando su naricita

- Si, ¿Que huele tan mal Amy? -pregunto dudosa.

- Creo que huele a zorrillo -arrugue mi nariz.- Liam ¿acaso te ha orinado un zorrillo? -pregunte con cara inocente.

- Al grano bichito -se impaciento a lo que sonreí.

- Tomaré eso como un sí. Creo que necesitas un baño en sopa de tomate para que se te pase ese hedor a zorrillo que traes-.

y sin mas parándome en las puntas de los dedos y alargando mi brazo hacia arriba vertí el cuenco de sopa de tomate en su perfecto cabello negro por el cual el liquido escurrió por su anatomía embadurnado su camiseta blanca de rojo mientras inhalaciones de asombro, risas y "uhhh" llenaban el lugar mientras Liam cerraba los ojos para que no le cayera tomate en ellos y su boca quedaba abierta.

- Ay cariño, ese horrible olor sigue allí, creo que necesitas otra cosa mucho más fuerte -sonreí mientras agarraba el otro cuenco de jurel misterioso color café.

Y parándome otra vez en mis puntas de los pies y alargando el brazo vertí el segundo cuenco en su cabeza así quedando él con un asombroso y oloroso sombrero café que escurría por su cara.

- Y no olvides el postre Liam el imbecil -.

Agarre el mousse de chocolate cortado y lo vertí en mi mano para después pasársela por toda la cara como una torta de cumpleaños y después limpiar mi mano en su camiseta no tan blanca sonriendo victoriosa y riendo suavemente mientras Liam se pasaba los dedos por los ojos y la cara limpiándose un poco.

- No debiste hacer eso bichito -Dijo girándose para agarrar un batido de fresa de la mesa mas cercana y vertérmelo por la cabeza mientras suspiraba rápidamente por lo frío que estaba cuando finalmente abrí los ojos asombrada por su hazaña el paso un dedo por mi cara y después lo llevo a su boca mirándome.

- Mmmm sabe a fresa -sonrió burlón.

- Te odio -dije respirando rápidamente mientras me pasaba las manos por la cara limpiándome.

- Lo sé -se encogió de hombros sonriendo. -Pero me faltó el plato principal -sonrió antes de girarse y tirarme encima una ensalada cesar de la misma mesa, las lechugas, trozos de pollo, queso y tomates se pegaban en mi cabello, escote y por mi vestido rojo y chaqueta negra.

- ¡PELEA DE COMIDA! -Alguien en la masa de gente grito.

Y de repente de un momento a otro por toda la cafetería volaba comida de todo tipo; ensaladas, spaghetti, tortas e incluso sopas vi esparcidas por el piso mientras Liam y yo seguíamos indiferentes a todos en medio de la cafetería mientras nos llegaba uno que otro alimento. Desafiándolo con la mirada por mi parte y por la de él mirándome con las cejas alzadas y sonriendo.

- Te odio... -Simulé con los labios pero sin emitir sonido.

- Lo sé... -Simuló con los labios sin emitir sonido.

De repente las puertas de la cafetería se abrieron de golpe y entro la señorita Martins haciendo un silencio absoluto pero no sin antes que le llegara un trozo de pastel a la cara.

- ¡AMELIE MELBOURNE Y LIAM GREY A DIRECCIÓN! -grito furiosa y roja de ira.

Liam y yo intercambiamos una mirada y blanqueamos los ojos. Aquí vamos otra vez...

Del odio al amor  existe un solo pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora