¡El intercambio de Jiang Cheng! (Parte 3)

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¿Que tenía que ir a dónde?

Huelga decir que a Jiang WanYin se le cayó el bocado que sostenía con el tenedor en cuanto Lan Huan le comentó tan "amablemente" que le tocaba irse al trabajo. En realidad, a cualquier versión suya habría podido ocurrirle, incluida a una con experiencia en el uso de cubiertos occidentales. También se le cayó la mandíbula al suelo. Tenía que ejercer de comediante como Jiang Cheng. Como un bufón. ¡Como un idiota!

Otra cosita que huelga decir es que, como no le gustaba nada la idea, protestó e incluso amenazó al pobre escritor con sacarle un ojo con un tenedor, aunque eso fue sin querer por hacer movimientos demasiado bruscos sin ningún cuidado. Al ver que su humano arisco sin lugar a dudas se había vuelto majara, todavía desde el sofá los dos gatos decidieron tomar una distancia prudencial. Ya sabéis, distancia de seguridad contra virus y tazas voladoras, porque el café acabó derramado por toda la encimera por culpa de un manotazo sin trayectoria. A Lan Huan le tocó limpiarlo mientras suspiraba y le escuchaba farfullar incoherencias —como la de que no pensaba humillarse en público cuando en La Sonrisa del Emperador tampoco hacían nada tan humillante... a veces. A sus tres locutores la verdad es que ya no les quedaba demasiada dignidad que perder— por lo bajini. Al final, fue necesaria la intervención de Liebing. El temerario cachorro, a diferencia de su madre gata y de su hermana felina, ante todo el estruendo ladró divertido. Entró a la cocina al trote y se dedicó a darle suaves cabezazos en la pierna a Jiang WanYin como a veces hacía Sandu. Al fin y al cabo, Sandu siempre se llevaba muchos mimos cuando llamaba la atención, así que no veía por qué no hacer lo mismo.

Al final, enrabietado o no, el líder Jiang no dejaba de ser un amante de los perros en toda regla. Cuando se encontró con esa bola de pelo blanca, con los ojazos marrones y alegres de Liebing y con su hocico sonriente, no pudo evitar agacharse a acariciarlo. Tampoco bufar resignado cuando le lamió la mejilla, aunque sí consiguió esconder en su pelaje una sonrisa. Algo así como un peso menos en el corazón, quizá, o la promesa canina de que todo iría bien.

Aunque, por supuesto, era mentira. ¡Nada iría bien! ¡Nada de nada! ¡¿De verdad esperaban de él que se pusiese a contar chistes?! ¡¿Y qué más?! ¡Él, que era Sandu ShengShou, temido por cualquiera con dos dedos de frente! ¡No un vulgar actor de teatro!

-Aunque ahora no me creas -comenzó Lan Huan mientras hacía una bola con los extraños papeles sacados de un rollo que había empleado para limpiar el café y los tiraba a una caja negra de aspecto trapezoidal-, te prometo que no será tan malo. Solo tienes que sentarte a hablar con A-Sang y tu hermano. Ni siquiera te resultará difícil.

-¿Mi... hermano? -El líder Jiang frunció el ceño, antes de caer en la cuenta de que hablaba de Wei WuXian. Del Wei WuXian de aquel mundo. Aunque en el suyo estuvieran cada vez en mejores términos, aunque de vez en cuando incluso permitía que lo llamara didi, para su inmensa vergüenza, todavía latían ciertos sentimientos contradictorios en su interior. Probablemente nunca dejarían de hacerlo, pero cada día se le daba mejor convivir con esas realidades-. Ah, dices Wei WuXian.

-Aquí es solo Wei Ying, pero sí.

-¿Lan WangJi no se tira de los pelos cuando alguien que no sea él lo llama por el nombre de nacimiento? -Inquirió Jiang WanYin. Obtuvo su respuesta ante la cara de perplejidad de Lan Huan-. No, supongo que no.

-¿Allí sí? -El cultivador asintió-. Admito que A-Zhan puede llegar a ser un poco celoso...

-¿Un poco solo?

-Bastante. Más de lo que me parece sano, pero creo que lo están trabajando en terapia. -Ante el ceño fruncido de Jiang WanYin, que acababa de incorporarse después de acariciar un poco más a Liebing, el escritor negó con la cabeza-. Es igual. Que me parece pasarse.

Vida Extra [Between & Emperor's Smile]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora