Emilie llevaba días vagando de un lado a otro de Mystic Falls con intención de averiguar qué pasaba en el Otro Lado para así no ser una más de los que desaparecen, pero su ánimo está por los suelos, se ve débil, pequeña y al no llegar a ninguna solución satisfactoria, poco inteligente. Todo este cúmulo de cosas la desgarraban por dentro y a cada momento que pasaba se sentía con menos fuerza para sobrellevar la situación, no sabía si iba a volver, no sabía si siendo tragada iba a morir, últimamente, para la reina del control era todo impredecible.
Como siempre, intenta mantener una rutina como cuando estaba viva, y una vez llegada la noche, aunque por supuesto no era igual, se echa a dormir cayendo a la hora y media rendida de cansancio. Lo que no esperaba para nada era su despertar, lo hace en otra cama, conocida, pero no la suya de su casa en Mystic Falls, sino en la que dormía meses atrás cuando vivía en Nueva Orleans. Pero todo esto ella no lo sabe, cuando se despierta ni siquiera sabe quién es, lo averigua al mirar su cartera y ver su información básica en su documento nacional de identidad.
Sale a la ciudad, va con cuidado, no sabe por qué ha de ir así pero un presentimiento le dice que lo haga, que no se fíe de nadie. Hasta que se encuentra con un viejo conocido al que aunque no reconoce siente confianza al estar cerca, Marcel, el vampiro con el que había compartido momentos, vivencias y el tener que aguantar a Klaus cuando estaba allí. Durante unos cuantos días éste la cuida y a través de sueños y sensaciones Emilie va recuperando la memoria, hasta que al cabo de dos semanas la recupera completamente teniendo una pesadilla en la que revivió su propia muerte. Estar en Nueva Orleans la descoloca, puesto que falleció en Mystic Falls, pero Marcel le explica que mucha gente del Otro Lado ha vuelto en la ciudad por la alta actividad mágica que estaba habiendo, que por el miedo a la vuelta de Dahlia las brujas estaban planeando algo.
Una vez se siente preparada la joven vampiro se despide de su amigo y se prepara para volver a casa, aunque tiene miedo a cómo va a encontrarse las cosas allí. Una vez más, cuando está sola todas sus debilidades salen a relucir. Mientras iba en el avión miraba por la ventana nerviosa, además de que le recordaba a cuando hace dos años volvió por su hermana al pueblo, era la misma situación, volver al que era su hogar con miedo a no tener lugar en él.
Una vez ya está en el lugar adecuado no llama a nadie, lo suyo sería que lo hiciera para avisar de que está viva, pero es que ella misma aún no se ha hecho a la idea de que el universo le ha dado otra oportunidad. Queriendo descansar un poco se dirige a la que es su casa y simplemente, se echa a dormir para darse un tiempo antes de afrontar todo lo que está por venir.
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Diario de una Moretti
VampirAquí se escribirá todo lo que ha pasado en la vida de Emilie Moretti desde que decidió ser sociable hace algo más de un año.