11 ; aceptación.

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—Jay, quiero el divorcio.

El rubio giro sobre su pie mientras le acercaba la copa a Jay, jamás se había sentido tan decidido y supo que desconcertó a su marido cuando este abrió los ojos de par en par y comenzó a balbucear.

Sorprendido era poco para describir lo que sentía el pelinegro, Sunoo siempre había estado con él, y nunca pensó en que el bajo quisiese terminar su matrimonio a pesar de todas las cosas que le ha hecho, él pensó que Sunoo era feliz y que no le hacía falta absolutamente nada.

—S-sunoo yo... — no podía hablar estaba completamente perplejo.

Su mente le decía que no había hecho nada mal y que de seguro el rubio sólo bromeaba.

—Sunoo, no juegues con esto, no es divertido — le advirtió.

Una sonora sarcástica risa le hizo mirar extrañado al rubio.

—Jay, no es una broma — informó riendo —Quiero el divorcio.

Hubo un silencio, nadie habló, ni el rubio, ni el pelinegro, solo se miraban, Sunoo deves en cuando tomaba vino y Jay solo miraba el mesón. El silencio no era incómodo, de hecho, lejos de ser extraño era reconfortante para ambos, para Jay porque trataba de asimilar las palabras dichas y para Sunoo porque sabía que había puesto a Jay a pensar.

Cuando Sunoo suspiró, supo el mayor que debía ser el hombre de la casa y comportarse como tal, él era maduro y resolvería con Sunoo las cosas.

Lamentablemente no había solución.

—¿Por qué? — preguntó el alto mientras observaba a su actual esposo

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué quieres el divorcio?

Sunoo rió levemente —¿Es en serio?

—No estoy jugando, realmente quiero saber — dijo Jay —¿Qué hice mal? ¿No venir a nuestros aniversarios? ¿Dejar de ir a citas? Sunoo cambiaré — hablaba rápido, desesperado, como si Sunoo fuese a escapar de él y sus manos —Sunoo, en verdad, cambiaré.

—Jay, ambos sabemos que ese no es el problema.

El rubio era él más calmado, miraba a Jay tranquilo y sin mostrar algún sentimiento y aunque en el fondo quería llorar y gritarle cuánto le odiaba por haberlo lastimado, no mostraría su lado débil, no lo haría. En cambio, el pelinegro movía su pierna derecha de arriba abajo debido a los nervios que tenía.

Sunoo se asustó cuando observó a Jay comenzar a temblar y a morder sus uñas con desesperación, y se asustó aún más, cuando el mayor se levantó de su asiento y caminó de lado a lado de manera rápida diciendo cosas sin sentido sin parar en ningún momento.

Jay estaba teniendo un ataque.

Rápidamente fue en su dirección, colocándose frente a él, para tomar su rostro y hacerlo detenerse

—Jay, mírame — pidió —Mírame, por favor — rogó.

Jay le observó, y sin aviso alguno, sus lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, gota tras gota descendía de sus ojos hasta llegar a su cuello, parecía cual bebé llorando que el corazón de Sunoo punzó. Le ayudo a calmarse y respirar de manera correcta, enseñándole a inhalar y exhalar al mismo tiempo que él.

—Por favor — sollozó ya tranquilo —No lo haré de nuevo.

Aquellas ultimas palabras le hicieron saber a Sunoo que Jay sabía ya el por qué, no hubo necesidad de decir ni explicar más, acarició su rostro mientras limpiaba con sus manos las lágrimas que había derramado, dió un último casto beso en los labios contrarios y después se alejó. Caminó rumbo a su cuarto y cuando cerró la puerta de este, se deslizó a través de esta, comenzando a llorar mientras abrazaba sus piernas y hundía su cabeza en estas.

⸙; I'm not the only one | JaynooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora