𝑶𝒓𝒊́𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝔬𝔰𝔠𝔲𝔯𝔦𝔡𝔞𝔡.

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𝐁𝐑𝐔𝐉𝐀 𝐃𝐄 𝐒𝐀𝐋𝐄𝐌 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 1

SALEM, MASSACHUSETTS

En el transcurso del enero de 1692, se inició un juicio en la idílica localidad de Salem, en Massachusetts. Varias mujeres fueron objeto de acusaciones que recaían sobre su presunta práctica de la brujería. Las denuncias partieron de un grupo de adolescentes que, en un giro siniestro del destino, comenzaron a experimentar convulsiones y espasmos incontrolables.

Este funesto proceso culminaría con la pérdida irremediable de la vida de todo un grupo, ya que 200 personas fueron acusadas de brujería y, de ellas, 20 encontraron un macabro destino en la hoguera y fueron sometidas a horribles torturas. Las brujas supervivientes, presas del miedo, optaron por esconderse en un mísero bosque próximo a Salem.

Tras el paso de incontables e interminables meses, una bruja, consumida por la avidez de conocimiento y el anhelo de obtener más poder que las demás, comenzó a estudiar magia avanzada, un tipo de magia que ni a ella ni a ninguna otra miembro de su aquelarre se le permitía practicar: la magia oscura.

Robando y atrapando libros de hechizos en su saco de artes prohibidas, esta bruja expandió sus conocimientos y horizontes.
La cegó el poder, una oscuridad que se adhirió a su ser y se apoderó de su magia hasta corromper su corazón.

Mientras todo esto acontecía, tres inocentes niñas se convirtieron en blanco de acusaciones de brujería.
A pesar de intentar demostrar su inocencia mediante testigos y pruebas de la noche en que se les acusó de practicar brujería, sus esfuerzos resultaron vanos. Las niñas, persistentes en su alegato de no culpabilidad, fueron juzgadas por un tribunal que optó por no creerles, condenándolas a todas ellas a la muerte por ahorcamiento.

Nadie sospechaba que, entre la comunidad de brujas, había una practicante de magia oscura. Aquella bruja resultaba ser la hija de Evanora Harkness, y ejercitaba ese tipo de magia a espaldas de su madre y de su propio aquelarre.

Una joven bruja, recién integrada al aquelarre de Salem, se aventuró en el sótano de Agatha. Intrigada por las extrañas actividades llevadas a cabo por la hija de Evanora, esta bruja se adentró en lo desconocido, sin saber que su curiosidad terminaría por sellar su destino.

La bruja descendía lentamente las escaleras, sintiendo una creciente sensación de miedo y soledad. El sótano estaba impregnado de una oscuridad abrumadora, la cual emanaba del corazón de Agatha. Allí no había ningún rastro de luz, solo sombras y oscuridad. La joven bruja quedó petrificada ante la visión que presenció.

- ¿Qué es lo que estás haciendo? −se atrevió a cuestionarla.

- Bueno... solo estoy hojeando un libro de encantamientos básicos para principiantes. ¿Y tú, qué te trae por aquí? −respondió Agatha, con cierta desfachatez.

- Pero... pero... yo vi a una criatura, justo en esa pared, en un portal... −balbuceó la joven bruja desconcertada.

- Ah, sí, Asmodeo, un demonio. Con él pude entablar una comunicación, aunque debo admitir que no fue precisamente un intercambio ameno. Me vi obligada a recurrir a métodos más contundentes para apaciguarlo, ya que nuestra charla fue extremadamente breve. En fin, lo devolví a su lugar de origen, donde pertenece.

- ¿Cómo puedes poseer esa información? −inquirió la joven bruja, incrédula e inquisitiva.

- Oh, discúlpame por mentirte. Ese libro está fuera del alcance de una bruja de mi rango. Sin embargo, lo tomé prestado. Es un compendio sobre demonios, hechizos de invocación, contrarrestar los conjuros de otras brujas, y otras cosas bastante interesantes.

- Pero está prohibido... el código de conducta de las brujas exige que informemos cualquier suceso inusual o peligroso para nuestro aquelarre. Voy a reportarlo de inmediato a Evanora.

- No puedo permitir que lo hagas, no ahora que estoy tan cerca de algo... del conocimiento, del poder. ¡No dejaré que tú!... ¡No permitiré que arruines todo esto!

Insospechadamente, la joven bruja arrojó una ráfaga de energía mágica hacia Agatha, quien, para sorpresa de todos, la absorbió en su totalidad.

- Ah, la magia oscura tiene sus beneficios. Además de presentar un espléndido matiz morado, tengo un don especial para extraerles la magia a las demás brujas − soltó Agatha, con una malévola sonrisa en su rostro.

La joven bruja intentó huir, pero Agatha la detuvo. Desesperada y en un último intento por defenderse, la bruja continuó lanzando hechizos. Sin embargo, Agatha drenó toda la magia que poseía, dejándola exhausta en el suelo.

- Debe de haber algún hechizo que impide a los demás utilizar magia en este sótano. Seguramente en el Maleficarium podré encontrar la respuesta. Pero primero, debo deshacerme de este cadáver. No conviene que este lugar huela mal.

Agatha ató a la bruja a un poste con trozos de madera y paja, y procedió a prender fuego a su vida con una antorcha. Luego, impávida, abandonó ese sórdido escenario. Las demás brujas, alarmadas por el humo negro que emergía del lugar, acudieron rápidamente para sofocarlo antes de alertar a las personas ajenas a su mundo.

Una vez que se enteraron de lo sucedido, las brujas comenzaron a indagar acerca de quién podría haber llevado a cabo semejante atrocidad.

- ¿Quién podría haber cometido tal acto horripilante? − se preguntó una de ellas, visiblemente consternada.

- Me temo que ha sido el propio jurado de Salem. Estoy convencida de que fueron ellos quienes lo perpetraron. Demasiadas vidas inocentes han sido arrebatadas. ¡Es hora de que paguen por sus pecados! - vociferó Evanora, con una determinación avasalladora.

La muerte de la joven bruja favoreció en gran medida a Agatha, incluso más de lo que ella misma había planeado. Dicho suceso le abrió las puertas para que Evanora y su aquelarre enjuiciaran y ejecutaran a los jueces que, en su momento, se desempeñaron como verdugos.

Una vez que estos individuos perecieron, el aquelarre de Salem tomó las riendas de la situación.

Evanora anhelaba la paz entre sus hermanas brujas y los ciudadanos. Y, en un giro inesperado, lo logró.
El aquelarre de Salem se convirtió en el vínculo entre ambos mundos.

Agatha, en tanto, continuó con su despiadado plan de saciar su insaciable sed de conocimiento y poder. Esta vez, centró sus objetivos en brujas de otros pueblos, consumiéndolas y aniquilándolas sin que nadie sospechara su verdadera identidad. Sin embargo, tras un año de aquellos eventos, Evanora comenzó a sospechar de su hija y decidió seguir sus pasos.

Fue entonces cuando, con sus propios ojos, presenció cómo su propia hija asesinaba a indigentes sirviéndose de magia oscura. Consciente de su terrible situación, Evanora no tuvo más opción que regresar a Salem y relatar a su aquelarre lo que había presenciado.

Todas las brujas se unieron en busca de Agatha, la atacaron sin piedad, dejándola inconsciente, y la llevaron al bosque donde ella misma había arrebatado la vida de la joven bruja.

Agatha fue enjuiciada por sus crímenes: robar conocimiento más allá de su edad y rango, practicar magia oscura y cometer el asesinato de los indigentes.

Al principio, declaró su inocencia, pero finalmente fue sentenciada a muerte. Sin embargo, justo antes de enfrentar su fatal destino, Agatha sorprendió a todos al arrebatarles su magia a las brujas que la juzgaron. Incluso su propia madre, en un acto desesperado, intentó atacarla con su magia, pero Agatha también la absorbió sin dificultad.

Tras acabar con todas las brujas presentes, Agatha se apoderó del medallón de su madre, quien yacía sin vida, y se alejó del bosque en el que había sembrado la muerte.

𝐿𝑎 𝐵𝑟𝑢𝑗𝑎 𝐷𝑒 𝑆𝑎𝑙𝑒𝑚. დDonde viven las historias. Descúbrelo ahora