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˗ˋˏ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 3 ˎˊ˗

˗ˋˏ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 3 ˎˊ˗

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⏲ 3pm ⏲

Cuidarlo resultaba más difícil de lo que creyó, pudo percatarse del momento exacto en que Hinata se levantó nuevamente por los ruidos escandalosos provenientes del cuarto de arriba.

Cuando fue corriendo y entró, no le sorprendió encontrarse al pelirrojo gritando por la ventana, con todas las cosas del cuarto tiradas.

Las almohadas estaban por todo el piso, el armario abierto y la ropa, que antes se encontraba perfectamente ordenada dentro, desparramada por doquier.

Hinata sin zapatos, tenía medio cuerpo a través de la ventana y estaba señalando a todos los transeúntes en la calle a esa hora.

—Minion tú y pitufo tú y- y- ¡tú serás un hobbit! —gritó al final dando un salto que casi lo hace resbalar del marco, mas Kageyama sujetó rápido su polo por la espalda y lo trajo de vuelta a la habitación.

—¡¿Se puede saber que estupidez estás haciendo ahora, Shoyo Hinata?! —le riño tomándolo del costado de cada brazo, aún preocupado, por lo que podría haber ocurrido de no haber llegado a tiempo.

—Clasifico a los humanos pequeños Kageyama, esa tarea no se va a hacer sola ¿sabes? —el acento de desorientación aún no se le iba del todo, pero eso no le impidió transmitir su molestia por haber sido interrumpido—. Ahora si me disculpas, continuaré con mi trabajo —se sacudió y logró librarse del agarre.

Asi fue al menos por unos segundos.

—Clasifico a la gente bajita, dijo el enano —expresó en tono sarcástico Kageyama, antes de tomar su brazo y jalarlo de nuevo, en un rápido movimiento ya lo tenía sobre uno de sus hombros y sin tocar el suelo otra vez, cargándolo como si fuera un costal de papas.

A Hinata le tomó alrededor de diez segundos darse cuenta de lo que pasaba, para cuando lo hizo el de ojos azules ya estaba bajando por la mitad de la escalera.

—Kage- —intentó zafarse del agarre, pero no lo logró —, Kageyaaamaaaa —se quejó—, bájame, bájame, bájameee... oh.

El repentino silencio alteró aún más a Tobio que las recientes insistencias de Hinata por regresar al piso.

En cuestión de segundos se escuchó el sonido de algo quebrándose, que resultó ser un cuadro de fotos, el cual Shoyo había agarrado cuando se quedó en silencio y que, para lamento de Kageyama, se le había caído por la poca sincronización de movimientos que poseía en ese momento.

Kageyama quiso dejarlo en una zona segura, alejada de objetos frágiles, pero todas las habitaciones estaban llenas de marcos y decoraciones pequeñas que Hinata no dudaba en sujetar y que momentos después inevitablemente se le caían, rompiéndose o en su defecto causando ruido.

Esa era la razón por la que Kageyama le puso un par de guantes de lana que encontró en uno de los cajones de su cuarto, sin separación entre los dedos, también conocidos como manoplas. Eso ayudo a detener considerablemente el problema.

Hinata se los habría sacado de no ser por la terrible falta de coordinación con la que se encontraba.

Kageyama lo dejó sentado en una de las sillas del comedor, recalentó la sopa que había preparado (aunque esta tenía más líquido que cualquier otra cosa), lo más rápido que pudo y lo ayudo a comer, siempre con cuidado.

A los pocos minutos de terminar Hinata estaba dormitando de nuevo, Kageyama lo regresó al cuarto, lo acostó en la cama donde quedó inconsciente, le quitó las manoplas y aprovechó para limpiar todo el desastre. De paso preparó algo para almorzar él también.

⏲ 8pm ⏲

En la sala se encontraba encendida la tele, Kageyama observaba el canal de deportes (minutos antes había puesto a lavar un canasto de ropa sucia que encontró y había limpiado el servicio usado para comer), cuando de pronto escuchó una puerta cerrarse tras de sí y volteó sobresaltado.

Al entrar en razón de lo que había originado ese ruido, la reveladora idea de que Hinata hubiese bajado las escaleras solo y de que estaba en esos momentos en el baño, donde había gran cantidad de elementos no aptos para niños (y en este caso tampoco para adultos que no estuvieran en sus cinco sentidos), lo alteró bastante.

Se levantó corriendo del sillón frente al sofá y tocó reiteradamente la madera blanca.

Del otro lado pudo escuchar la voz que ya se le hacía tan familiar.

—Está ocupadooo.

Allí estaba, por su tono confirmó que estaba bien, al menos no se había caído bajando, él se habría dado cuenta.

—No tardes mucho... te espero afuera por si necesitas algo.

Pero no fue requerido, al cabo de unos minutos Hinata salió aparentemente más relajado y con las manos oliendo a limón por el jabón.

Kageyama lo observó caminar hasta el sofá... O algo así.

Shoyo se tambaleaba ligeramente con cada paso que daba y se sostenía de todo lo que estuviera a su alcance para mantener el equilibrio.

—¿Quieres que te…?

—No, yo puedo.

Hinata continuó su lento recorrido hasta que llego al sofá, allí se sentó, sujetó el control y se lo quedó viendo.

Kageyama pensó que cambiaría el canal o algo, pero solo se quedó observando los números.

—Una silla...

—¿Qué?

—Este parece una silla, y este es un cisne, y este es un cacahuate —Hinata señalaba primero al cuatro, luego al dos y al final al ocho.

Kageyama no encontraba desde que perspectiva esos números podían parecer eso, pero decidió que sería mejor no llevarle la contraria por ahora.

Se quedó viendo tele con él por un largo rato, hasta que su vejiga le indicó que tenía que ir al baño. Hinata parecía mejor, asi que le pidió que se quedara en el sillón en lo que él regresaba.

Grave error.

Tras volver, casi le da un infarto al ver que Hinata ya no estaba en el sofá.

Tuvo que buscarlo por toda la casa, hasta que lo encontró sentado en el piso del cuarto de lavado viendo girar la ropa en la lavadora.

Suspiró de alivio, lo tomó de la mano y lo llevó de nuevo a la sala. Hinata obedientemente lo siguió.

Cuando le dijo que se sentara en el mismo sitio que antes, se percató del pequeño gancho de ropa verde que el pelirrojo tenía presionando la punta de su dedo índice en su mano izquierda.

Iba a quitárselo, pero no tuvo tiempo, pues Hinata fue más rápido y se lo sacó el mismo. En cuestión de segundos Kageyama lo vio acercarse a su rostro y después sintió la tensión en su cabello.

El pelirrojo había colocado el gancho de ropa a modo de pasador en el fleco de Kageyama.

—Bonito... —susurró el más bajo con los ojos brillando y las mejillas ardiéndole un poco, estaba seguro de que estaban rosas.

Kageyama lo confirmaba.

Sintió el calor en sus propias mejillas, pero antes de poder demostrar de alguna forma su cohibición por el alago aleatorio, Hinata se lanzó del sillón.

Y se cayó de cara al suelo.

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Anesthesia Madness - KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora