Capítulo II: Cicatriz

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Así que has decidido marchar — indico una mujer castaña de ojos azules sentada frente a un hombre rubio.

— Así es — respondió mirando con seriedad a la mujer frente a él, sabía que no le dejaría marchar sin algo a cambio

— Estás desperdiciando potencial solo por un chiquillo estúpido — declaraba con crueldad

— Eres mi jefa y jamás te había faltado al respeto, pero con mi esposo no te metas — declaro amenazante — No me importa quién seas, sabes que en este momento podría matarte.

— ¿Me estás amenazando? — sonríe de lado — Eso te haría un traidor a la nación y a la corona, serías ejecutado por tu falta.

— ¿Y crees que lo lograrían? — sonríe burlón. Ella se vuelve sería, lo sabía, el hombre frente a él tenía potencial como nunca antes lo había visto. Sabía que debían mantener paz

— Hablas 7 idiomas, eres teniente de las fuerzas especiales británicas y trabajas en conjunto con el servicio de inteligencia secreto — indica ella — Un guerrero único en batalla, y lo dejas todo por un mocoso tan simple.

— Al menos a ese mocoso simple le importo realmente — refutó él a favor de su amado

— ¿Sigues molesto por ese detalle? — cuestiona ella — No lo vale

— Mi vida lo hace — respondió él

— ¿Quieres marcharte? Bien — dice ella — Pero tendrás que hacer algo

— ¿Qué?

— Una última misión, una que nadie más puede hacer.

— ¿Y que es?

Un suspiro salió de sus labios dejando los recuerdos atrás y admirando el panorama que sentaría la paz y el reconocimiento de lo que significaba la agencia del servicio de inteligencia secreta.

— Equipo Falcón, limpien el desastre — declaro en una orden

⟨Entendido Teniente⟩ — escucho en el audífono

Ahora entiendo porque el servicio secreto nos mandó a cuidarte el trasero — dijo un hombre de piel morena mirando el desastre junto a él— Estos bastardos realmente planeaban algo grande contra el país.

— No eran simples rebeldes — respondió el rubio con arma en mano

— El servicio realmente tiene muchos secretos y este no es la excepción. Nos dijeron que eran rebeldes y esto es otro asunto, algo mayor.

—Desde que pasó aquello ya no confío en lo que me dicen, Jackson — dijo el rubio Pero ya se acabó.

— ¿Y que harás, "Perro salvaje"? — cuestionó Jackson entre risas

— Volveré a casa — sonrió mirando el objeto que colgaba en su cuello. En ella había una argolla colgada a una cadena junto a la chapa militar o como ellos le decían informalmente, la chapa de "perro".

Debe estar ansioso de volverte a ver, ¿Le dijiste? — cuestionó Jackson

— Quiero que sea sorpresa — dijo el rubio

Que bueno que lo tengas decidido, hablé con Gray y te han aceptado en la estación de Policía de Japón — declaro el moreno.

— Te debo una hermano

— Con que un día me invites a comer a tu casa y que sea Akihito el que cocine. Me basta — dijo Jackson

Ambos rieron mientras el equipo Falcón entraba a limpiar la zona liberando el rastro de la sangrienta batalla. Sus ojos verdes se perdieron en una fotografía donde yacia su amado y su preciada cachorra.

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