A sus Órdenes || DekuBaku A.U ||

||3 ¿Por que me tocas? ||

Omnisciente:

Katsuki y Denki se hallaban exhaustos en la cocina, habían estado de aquí para allá para cumplir las órdenes de sus Amos.

Se habían quitado los zapatos y se recortaron por las sillas, eran exactamente las diez de la noche, habían trabajado casi sin descanso.

Izuku se había aceptado en dormir en la Mansión de Eijiro, así que tocaba Denki compartir su alcoba con Katsuki.

Cuando se acostaron y quedaron dormidos, alguien había entrado a la recámara del chico rubio de forma silenciosa.

Cargó al cenizo con facilidad y se lo llevó a su aposento dejando solo al oji-amarillo.

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Al día siguiente, Bakugo abrió pesadamente los ojos sintiendo un leve peso detrás suyo y en la cadera, bajó la mirada viendo un brazo.

Quedó confundido por como Denki lo abrazaba, giró un poco la cabeza mirando de reojo y se llevó la sorpresa de que no era Denki... Sino su Amo.

Eso lo despertó de golpe, se levantó de forma brusca despertando al pecoso con algo de pesadez.

— Joven Bakugo, ¿Que horas son? — preguntó mientras se levantaba —

— Tú... ¿Por qué me trajiste contigo? — frunció el ceño viendo a su Amo quien sonreía con tranquilidad —

— Quería un poco de compañía nada más — sonriendo con tranquilidad — <Además de descubrir que tu piel es suave>

Pensó el oji-esmeralda en una media sonrisa, se levantó de la cama estirándose un poco, vió como su sirviente se había retirado y suspiró que fue a la cocina.

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Bakugo y Kaminari terminaron de preparar el desayuno a sus Amos, el rubio se la pasaba hablando mientras iban a la azotea donde se encontraban el peli-verde y el pelirrojo esperando.

Notó como el cenizo estaba muy en sus pensamientos, quería saber que tanto pensaba pero no se atrevía a preguntar.

Cuando llegaron, sirvieron el café con cuidado y mientras dejaban los panes en la mesa, el oji-esmeralda pasó la mano lentamente por la pierna del cenizo.

Aquello sorprendió al oji-rubi que se separó en dos pasos hacia atrás, llamando la atención de los dos presentes, un pequeño sonrojo se notaba en las mejillas de Katsuki.