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Parrish había logrado encontrar la dirección de la red donde estaba enlazado el dispositivo, era la red de la escuela preparatoria de Beacon. Le había parecido irónico, pero considerando que la mejor red con nula seguridad que existía en el pueblo era esa lo encontró bastante lógico. Además, la escuela era un lugar excelente para esconderse.

Milla habían insistido en que ella podía encargarse sola del sujeto, pero Stilinski insistió en acompañarla. Necesitaba aprenderlo con vida para poder interrogarlo y no sabía si Milla estaba dispuesta a dejarlo respirar cuando le pusiera las manos encima.

El jefe de la policía entro al pasillo principal de la escuela con gran precaución y con el arma empuñada al frente. Iba atento a cualquier movimiento apuntando con su linterna. Ella iba unos pasos detrás, porque por alguna razón él pensaba que la protegía. Puede que sea su apariencia tan joven la que seguía empujándolo a querer protegerla y ella no se opuso demasiado al no querer rechazar su protección, pero ella era realmente quien estaba lista para protegerlo a toda costa.

Milla escuchaba el latir errático de su corazón y se admiró del hombre que, aunque nervioso y con algo de miedo en el interior, por fuera mostraba ser un tempano de hielo y se mantenía firme ante el deber. Esa era la verdadera valentía. Cuando sin importar el miedo te enfrentas a él.

Cuando Milla cruzó las puertas recordó cuando lo había hecho hace unos meses con un objetivo completamente diferente. Había sido hacia tan poco, pero ella lo sentía como si hubiesen pasado décadas de ello. Y lo extrañaba. Pero los recuerdo se desvanecieron al percibir un olor delicioso en el aire.

–Sangre... –murmuró, deteniendo a Stilinski por el brazo. –Detrás de mí. –ordenó. Él iba a replicar, pero al pensarlo por un segundo cayó en lo absurdo de ello e hizo caso.

Caminaron por el pasillo hasta llegar a la puerta de uno de los salones por donde se veía un charco del líquido escarlata. Milla se asomó por la pequeña ventana de la puerta tratando de no pisar la sangre y arruinar sus zapatos. En el suelo frente a la puerta se veía algo, pero no estaba segura de qué era porque el vidrío tenia un patrón de textura que impedía una buena visión. De lo que si estaba segura era que una trampa les esperaba adentro.

–Es un explosivo

–¿Estás segura?

–No puedo verlo bien, pero siento el olor de la pólvora y el amonio. Será mejor que no se acerque. Puede que haya una cuerda que accione el explosivo en la puerta. –Volvió a asomarse por la ventana de la puerta. –Tal vez pueda entrar por la ventana y desactivarla.

–No, espera. Parrish es experto en desactivar bombas.

–No es necesario el soldadito. No he lo hecho desde la segunda guerra, pero no creo que sean tan diferentes. De igual forma, si se acciona yo no moriré.

–Eres muy terca, ¿verdad?

Ella le sonrió divertida.

Un destello entre la oscuridad le borró la sonrisa. Con su velocidad logró interponerse y tomar a tiempo el hacha que iba en dirección a la espalda del Sheriff. El hombre aturdido por el fugaz movimiento se dio la vuela y contuvo el aliento al ver el destello de la filosa arma a unos centímetros de él.

SIPHON 3 • Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora