II

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— Y por esa razón digo que no pueden talar ese árbol. ¿Sabes lo que le ha costado echar todas sus raíces o sus hojitas? ¡No sean crueles! ¡Rudolf es viejo pero tiene madera para seguir viviendo!... Tiene madera para seguir viviendo ¿Entendiste el chiste? — Rió con fuerza— Debería ser comediante ¡Denme un Oscar!

— Jungkook, cállate— siseó la castaña en un intento de hacer su trabajo. Pero era imposible, verdaderamente difícil tener todos los días a un mocoso de once años irrumpiendo tu labor para hablar sobre las cosas más absurdas que ve a diario en el centro. O sus chistes. Sus malos y vacíos chistes eran lo peor de todo.

El nombrado se cruzó de brazos acompañado de un abultamiento de labios, preparado para iniciar un berrinche no digno de un niño de once años recién cumplidos hace unas dos semanas. Se podía ver el cambio, el gran cambio. Sobre todo en el pequeño –ahora joven- Jeon Jungkook. Su cabello azabache estaba más largo de lo normal, su piel lechosa brillaba a pesar de no cuidarla como un niño del promedio, sus ropas estaban desgastadas por el tiempo que llevaba usándolas, pero no dejaba a un lado su encanto y su belleza. Porque todos estaban al tanto de ello, Jeon Jungkook era un Joven elocuente y guapo, exuberantemente extrovertido y que te llenaba de miles de preguntas por segundo llenas de incoherencias.

Ese era Jeon Jungkook, el ahora joven que encandilaba a la mayoría del orfanato con su gran y fiel sonrisa que nunca lo dejaba solo. Había logrado crecer dos años en aquel lugar, saltando y riendo para aquellas almas solitarias que habitaban los jardines.

Y tampoco podía mentir con respecto a su destino. Podía contar con los dedos de sus manos la cantidad de matrimonios que han querido adoptarlo. Pero todos sufren el mismo destino, que es:

Escuchar las barbaridades que Jeon Jungkook deja salir de su boca.

Estaba orgulloso de ello, ya nadie pedía una entrevista con él, también era el caso porque a la hora de visitas se escondía detrás del gran Rudolf para que las nuevas parejas no lo viesen. Acertando, pero terminando con su oreja maltratada por los jalones que Yoonah le regalaba cada vez que lo encontraba escondido. Obligándolo a ir con todos los niños del orfanato al jardín principal a donde puedan verlo.

¡Él no era un producto para exhibirse en el jardín esperando a que un postor lo comprara! Una vez, en una entrevista con una pareja de casados totalmente dulces -demasiado para la diabetes del azabache- les contó sobre su ideología. Grata fue la sorpresa –él no estaba sorprendido- de ver a la pareja despedirse rápidamente para no volver a contactarlo. Le llenaba el pecho de orgullo al completar su objetivo, y a pesar de que terminaba con la oreja totalmente roja y un castigo de limpiar los baños gracias a Yoonah, valía toda la pena hacer aquello.

Valía toda la pena a su alma de protestante.

Ladeó la cabeza al ver como su cuidadora especial y favorita iba de aquí allá buscando quien sabe qué cosa con apuro. Como cada mañana y tarde –a excepción de las noches, ya que lo sacaba a patadas- se encontraba en la oficina de Yoonah, contándole sobre su día a día y divirtiéndose un rato sacándola de sus casillas.

A pesar de que sabía que estaba prohibido para su moral como moneda, se había encariñado con la castaña, casi sintiéndola como una hermana mayor. Y eso estaba mal, verdaderamente mal. Era una de las reglas que Jungkook no se permitía romper.

Ya que todos ellos eran como monedas, tarde o temprano cambiarían de dueño y se separarían. Pero no pudo evitarlo. No pudo evitarlo porque las pocas veces que ha llorado en ese lugar, las cascarrabias de Yoonah había estado con él para calmarlo, o cuando le guardaba raciones de dulces, o las veces que debido a sus pesadillas ella le había permitido dormir en su habitación, que era apartada de la de los huérfanos. Tampoco podía olvidar los consejos que le brindaba, o los regaños que recibía, las sonrisas que le hacía soltar o las risas que le había sacado. Al igual que los pequeños detalles que recibía por su cumpleaños de parte de aquella mujer.

Currency - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora