Impacto

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Una chica de pelo rizo los miró de arriba a abajo.

- ¿Qué queréis? - dijo intentando ocultar una mueca de asco.

- Venimos a ver a Mitsuya - anunció Mikey.

- Está ocupado.

Como si no estuviese enterada de la superioridad física y moral que convertían a Mikey en un líder ante el que se arrodillaban desde los dioses hasta las cucarachas, le cerró la puerta en la cara.

Pero él interpuso el pie.

- ¡Ya sé que está ocupado! - exclamó, sin perder el buen humor - Nos está haciendo unos vestiditos a juego para la próxima reunión de la pandilla.

- ¿Cómo que vestiditos a juego? - A Draken parecía que le iba a reventar una vena.

- En el club de economía del hogar no permitimos la entrada a delincuentes - les informó la chica, sin apartar la mirada del tatuaje de Draken.

- Nosotros no somos delincuentes, somos buenas personas que casualmente están en una banda callejera - dijo Mikey.

- Ah - el pelo azulado de Mitsuya apareció tras la rendija que había dejado el pie de Mikey -. Sois vosotros - Se dirigió a la muchacha de pelo rizo. -. Puedes dejarlos pasar, los estaba esperando.

Ella soltó el pomo, todavía refunfuñando.

Mikey y Draken se aventuraron en la sala. No era la primera vez que entraban, pero se sentían tan inseguros como si les fuera por completo desconocida. Las hileras de mesas dispuestas unas contra otras y ocupadas por silenciosas muchachas hostiles, cada cual con su incansable máquina de coser; los ojos acusadores que los observaban desde el reflejo del suelo de baldosa. Se sentían menos bienvenidos en esa sala que en una paliza grupal.

Al menos así había sido hasta entonces.

- ¡T/n, T/n! - gritó una voz femenina cerca de ellos - ¿Puedes venir un momento?

La pregunta no rompía el silencio, como sería lo habitual para un tono tan alto como el que empleaba su dueña. Si no fuera porque esta se encontraba a su lado, ni Mikey ni Draken la habrían escuchado.

Un murmullo parecido al de un río se extendía a su alrededor; las palabras nadaban impulsadas por una corriente misteriosa que las llevaba hacia T/n.

Mikey y Draken callaron todo lo que los miembros del club de economía doméstica expresaban con entusiasmo. Lo que les rodeaba se convirtió en agua; pequeñas y huecas burbujas que se romperían al llegar a la superficie sin que a nadie le importase.

Solo a él lo escuchaban con nitidez. Su suave voz parecía sonar en su corazón y no en su boca, y sus ojos risueños parecían estar evitándolos a propósito, como para retrasar el momento en el que se encontrasen con los suyos y ya no hubiese vuelta atrás.

Mitsuya dijo algo. Aunque no lo oyeron, sabían de qué se trataba. «Mikey, Draken, esta es la persona de la que os hablé».

Ese fue el momento. Los ojos de T/n se clavaron en los de Mikey como una flecha, dándole al líder de la Toman un susto que nunca había sentido en sus largos años como camorrista. Él, que se quedaba dormido cuando Draken lo llevaba en la moto a más de 100 kilómetros por hora, estaba sintiendo una sensación muy parecida al miedo. Era demasiado personal. Se encontraban a varios metros de distancia, pero le daba la impresión de se encontraban a escasos centímetros, y que si se inclinaba un poco hacia delante, podría sentir el aliento del depredador sobre su boca.

Cuando aquella mirada se apartó de él para inspeccionar a Draken, sintió que su alma se le escapaba y tuvo que disimular un pequeño temblor en las piernas.

A continuación, fue su amigo el que tuvo que soportar el golpe. A primera vista parecía haberlo encajado muy bien, pero eso era porque desde el exterior era imposible intuir lo que estaba ocurriendo en esa guerra de miradas.

Nunca antes Draken se había sentido así de sobrecogido. T/n y él habían visto algo extraordinario en los ojos del otro; ahora compartían un secreto que nunca podrían contar, por mucho que lo intentasen, porque no sabían exactamente de qué se trataba. Era como un lazo invisible que daba vueltas a su alrededor y les impedía moverse.

- Oh - consiguió decir T/n, aparentemente sin esfuerzo -. Así que vosotros sois los amigos de Mitsuya.

- Sí. Yo soy Mikey, el líder de la Toman.

Su presentación no fue recibida como acostumbraba, con las más respetuosas reverencias y muecas de profundo terror. T/n se limitó a inclinar la cabeza con una sonrisa curiosa, sin duda alguna pensando en las implicaciones que ese saludo conllevaba. Ni siquiera las chicas que los rodeaban le prestaban la más mínima atención a Mikey, absortas como estaban en T/n y en cuchicheos varios que tenían que ver con él.

- Yo soy Draken.

- El líder de la Toman... - meditó T/n en voz alta - Y su segundo de abordo. No me encontraría a unos pandilleros tan peligrosos ni en el párking de un McDonald's. ¿Se puede saber qué he hecho para que semejantes celebridades vengan a buscarme personalmente?

- Bueno, es un poco extraño eso de ayudar a una banda sin pedir nada a cambio - dijo Mikey -. Algo tan peligroso como lo que estás haciendo tiene que tener algún tipo de retribución, si no no tendría sentido, ¿no crees? La Toman no cuenta con demasiados miembros, pero tenemos bajo nuestro control territorios importantes, y puede que... No, conmigo como líder, en unos años Tokyo entero será nuestro. La Toman tiene muchas cosas que ofrecerte.

- Agradezco tus palabras, pero no tengo la menor intención de unirme a una banda de delincuentes. Aspiro a una vida normal y aburrida, fuera de la cárcel, dudo que lo entendáis...

Pronunció esto último duramente, pero Mikey no parecía ofendido en lo más mínimo. Antes de que Draken pudiera amenazar a T/n en respuesta a aquella falta de respeto, Mikey soltó una carcajada.

- ¿Qué? ¿Unirte a la Toman? - Puso cara de incredulidad - ¿Pensabas que veníamos a reclutarte? ¡Qué va! Estamos aquí por algo que dijo Mitsuya.

- Ah - A pesar de todo, T/n no parecía avergonzarse -. ¿El qué?

Mikey adoptó su expresión más seria.

- Que eres buena persona. ¿Quieres venir al parque de atracciones con nosotros?

𝓢𝓹𝓲𝓭𝓮𝓻'𝓼 𝓰𝓪𝓶𝓮 -☾︎Mikey x Male Reader x Draken☽︎-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora