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Omnisciente
Al llegar al salón, fue lo mismo de siempre para Mateo. Se sentó en su lugar mirando como todos tenían amigos con quien hablar, él, en cambio, estaba solo esperando a que las clases empezaran y llegara pronto la hora de irse a casa. De eso trataban sus días en el colegio.
No tenía amigos, no le importaba eso, pero a veces llegaba a sentirse muy solo. Tenía que esperar el descanso para poder ver de nuevo a Paulo, y bueno, junto con él a su novio, Mauro.
El timbre lo sacó de sus pensamientos y miró a la profesora entrar, como normalmente, pero algo era raro, había alguien con ella, un chico, para ser exactos.
Era alto a comparación del resto, y castaño. Nunca lo había visto.
—Buen día, alumnos- Habló la profesora. —Me alegra anunciar que el día de hoy, un nuevo compañero ingresa con nosotros- Sonrió y miró al chico. —¿Podrías presentarte? Así van conociéndose-
—Hola, mi nombre es Manuel Vainstein- Dijo el chico nuevo, se mostraba serio en todo momento.
—Muchas gracias, Manuel. Podés sentarte ahí, detrás de Mateo, ese será tu lugar de ahora en adelante- Le sonrió y le señaló el lugar, aunque era obvio para Manuel, era el único lugar vacío.
Este solo asintió y fue a su nuevo lugar.
Luego de escuchar algunos murmullos del resto, todo volvió a la normalidad y las clases dieron inicio.
[...]
Tres clases habían pasado y el deseado descanso para Mateo había llegado, omitió agarrar el desayuno que Juliana le dio y salió corriendo del salón directo al patio, ahí siempre se veía con Paulo.
Al llegar lo buscó con la mirada, no lo encontraba hasta que alguien lo llamaba.
—¡Mateo! ¡Estamos por acá!- Se escuchaba la voz reconocible de Paulo, a su lado se encontraba Mauro.
Caminó rápido hasta allí y se sentó con ellos en el césped bajo un árbol.
—¿Cómo estuvieron las primeras clases, Teo?- Le preguntó el rubio mientras comía galletitas de chocolate mientras mimaba a la vez a su novio que estaba en sus piernas.
—Normal, aunque entró alguien nuevo- Respondió sin importancia.
—Uy, ¿Es lindo?- Preguntó Mauro, a lo que Paulo lo golpeó en el hombro suavemente. —Hey, solo preguntaba, puede ser que a Mateo le parezca lindo- Soltó una risita y comió una galleta que su novio le dió para que mantuviera la boca cerrada.
—No creo que a Mateo le interesen esas cosas, no está en edad aún- Dijo Paulo, solía ser algo protector con Mateo. —¿Verdad, Mateo?-
A Mateo en realidad no le importaba mucho eso ahora, aunque debía reconocer que ese tal Manuel era algo lindo.
—¿Mateo?- Lo llamó Paulo, al ver que no respondía.
—Seguro está pensando en ese chico- Dijo Mauro levantando las cejas con picardía y riendo.
Mateo se sonrojó.
—Mejor come otra galleta- Le metió una galleta a la boca, aunque protestó terminó por comerla, eran sus favoritas, además las hacia su novio, no podía rechazarlas.
—¿Estabas pensando en él?-
—N-No- Respondió mirando a otro lado.
—¿Y cuál es su nombre?-
—Se llama Manuel, y el apellido no lo recuerdo, no es que me importe mucho igual-
—Bien, te creo- Sonrió. —¿No vas a desayunar?- Preguntó preocupado, a veces Mateo no solía comer.
—No tengo mucha hambre, Pau. Tal vez en el segundo descanso- Respondió. —Pero sí podría comer una de tus galletitas- Sonrió, él también amaba esas galletas.
Mauro negó, escondiendo las galletas tras él, los otros rieron, sin duda se llevaban bien esos tres.
[...]
El descanso había terminado, Paulo y Mauro dejaron a Mateo en su salón, y luego de desearle suerte fueron al suyo.
Esto para Mateo era lo peor del día, tenía que volver a clases y se le hacía eterno eso, tal vez la escuela no estaba diseñada para él.
Trataba de concentrarse pero los ruidos de al rededor no ayudaban en nada, quería sentir paz, pero en ese salón era imposible, pareciera como si todos se pusieran de acuerdo para molestarlo indirectamente.
Además, el sueño ya se estaba apoderando de él, golpeaba su zapatilla al piso y hacía ruido con la lapicera, cualquier cosa que lo mantuviera despierto, no quería dormirse a mitad de la clase. Sin duda sería un día difícil.
De pronto sintió como alguien tocó su hombro.
No se lo esperaba para nada, nadie en el salón le hablaba, hasta que recordó y miró atrás.
Como lo supuso, era ese chico, Manuel...
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