She's a Boy ✧ KV [ADAPTACIÓN]

003

Taehyung volvía a su departamento, después de una larga semana en la casa de Jungkook, como era de esperarse, estaba hecha un desastre y para su mala suerte, tendría que limpiarlo de manera inmediata. Con Jungkook todo era increíble, desde que lo conoció lo había hecho conocer tantas cosas que jamás habría podido llegar a conocer sin él y aunque ese no era el centro de su amistad, debía admitir que disfrutaba mucho de todo lo que Jungkook le daba. Sin embargo, las cosas estaban un poco extrañas desde aquella noche en su casa:

                             
Era viernes por la noche y cuando regresaron del trabajo, Taehyung no había hecho más que quejarse todo el camino, pero como de costumbre, Jungkook se habia encargado de satisfaser todos sus deseos para que mantuviese la boca cerrada, entre eso, Jungkook fue a la cocina por un plato gigante de cereales con leche. Se sentia culpable, después de todo, le habia prometido a Taehyung ir a buscarlo y llegó una hora tarde.
                             
y lo que para en otro tiempo fuese sido un simple tropezón del cual burlarse en semanas, para Taehyung aquello había sido lo más extraño que le había pasado en mucho tiempo, los ojos de Jungkook conectaron tan perfectamente con los suyos y de alguna manera todo pareció desaparecer a su al rededor, como si por primera vez pudiese apreciar lo atractivo que era hoseok: esa sonrisa, esos ojos, esa nariz, esos labios.
                             
No sabía en qué tipo de fantasía loca había estado involucrado, lo que sabia era que desde ese día empezó a ver a Jungkook de otra forma, de una forma más cuidadosa y aunque no podía entender que había significado aquello, de sólo pensarlo su piel se ponía de gallina. siempre trataba de hacer cosas que lo alejaran a toda costa de pensar en hoseok, su mejor amigo de siempre, como otra cosa. algo que en definitiva no entendía.

                             
Se sienta frente a su computador después de limpiar el apartamento, hacerse un café y darse un baño, para empezar con su trabajo del miercoles, fotos frescas de las chicas de una nueva banda para la agencia donde trabajaba. Su vida era agitada, desde que conoció a Jungkook en la universidad y aunque Jungkook aveces lo alentaba a hacer cosas malas, sabía que algo como trabajar de fotógrafo en una agencia tan grande como SM, jamás le volvería a pasar.

                             
Había venido desde Daegu, bastante lejos, desde que tenía 24 años para empezar a estudiar algo que no le gustaba y aunque había sido una decisión difícil, el unico que lo apoyo fue Jungkook. Pasar estudiando durante cuatro años para terminar trabajando de tu pasatiempo favorito.
                             
Pero era bueno, su trabajo jamás se sentía como trabajo. Era Perfecto.
                             
El sonido de la puerta lo saca de sus pensamientos, poniéndose de pie y caminando hacia la puerta, donde desde adentro puede divisar a Eun-ji
                             
—¿Eun-ji?—Abre la puerta de golpe—Pensé que seguías en Busan.
                             
—Acabé de llegar, pensé que sería bueno pasar por aquí primero—Aclara su garganta—Si no te molesta...claro está.
                             
—No, no me molesta—Ríe en su lugar para recibirla con un abrazo corto—Sigue, no sé...ponte cómoda.
                             
Eun-ji, aquella dulce chica de ojos expresivos y de dulces labios que lo había hecho perder la cabeza por un tiempo. Era una compañera de su trabajo, aunque para ser sincero, empezaba a sospechar que viajaba desde Busan a Seúl sólo para verlo con la excusa de que no le gustaba que le pagaran virtualmente, así que cada domingo volvía a Seúl y se quedaba en el cuarto sobrante de su apartamento y...aveces en su propia cama.
                             
Era un sentimiento extraño, Con Eun-ji ya se sentía fuera de línea, el hecho de tenerla cada domingo y despertar con ella cada lunes, le hacía sentir culpable.
                             
—Tae...—susurra desde el sofá—¿Quieres que cocine algo para ti?