𝟎𝟏𝟏 | 𝐒𝐢𝐧 𝐂𝐢𝐭𝐚

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Olive pintaba sus uñas de los pies de un morado uva. Pasaba la pequeña brocha del envase de vidrio con delicadeza y cuidado de no manchar sus dedos. Y cuando cuando se decidía por dar la ultima pincelada, el estropicio de la puerta abriéndose la hizo saltar y salirse del lugar. 

—Dile que no iré. 

Olive levantó la vista del trabajo que antes hacía, para desviar la mirada hacia Kovy, quien había irrumpido en su habitación, portando un ceño fruncido y actitud fastidiada. Olive estaba a punto de reclamarle por arruinar su tarea, pero su enojo se convirtió en confusión cuando Lindsay a pareció en el cuarto, justo detrás del rubio ruso, para después tirarse sobre él por detrás y rodearlo con sus brazos. 

—Hola, Olive. —saludó la rubia recién llegada, asomando su cabeza sobre el hombro del chico. Kovy no había quitado la arruga en su entrecejo, de hecho, se le sumó una mueca de labio con la llegada de la chica. —No lo escuches. —rio Lindsay. 

Kovy gruñó y se deshizo del agarre de la rubia para acercarse a la cama de la Gilmore, donde esta se encontraba sentada con las rodillas pegadas a su pecho para poder alcanzar las puntas de sus pies con más facilidad. 

—Dile que no iré. —aceleró. —No loco iré ni el doctor me dejaría ir.

—¿Eh? —arrugó el ceño.

—¡Dile! —gritó. —Dile acerca de mi situación. —dijo, esto último de manera insinuante, algo que no comprendió la castaña. 

—¿Tu situación? —preguntó, confundida. 

—¡Sí! —exclamó Kovy con efusividad. —Soy alérgico al polen y situaciones sociales. 

Olive parpadeó con incredulidad y se centró en Lindsay para recibir explicaciones. 

—¿Quieres ir a una fiesta? —preguntó la chica con entusiasmo, tomando asiento en la segunda cama de la habitación. 

Lindsay estaba invitando al chico ruso a una fiesta que darían unos primos suyos en Hartford. Y Kovy se reusaba infinitamente a asistir. 

A pesar de tener una actitud carismática y encantadora, Kovy nunca había sido un tipo sociable; no le agradaba la gente e interacciones donde se requería hablar con otros. Al contrario de Olive. La Gilmore poseía una habilidad para interactuar con las personas con tal facilidad que ahorraba al ruso a pasar por la tortura que catalogaban como 'conversación'. 

𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞: 𝐚 𝐆𝐢𝐥𝐦𝐨𝐫𝐞 𝐠𝐢𝐫𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora