THE BOY IN THE STRIPED PAJAMAS

XX

↻Eʟ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ↺

Después de aquello, y con todas las fuerzas que le quedaban Riki cargó a Sunoo en su espalda y lo llevó a otro lado, escapando exitosamente de aquel soldado.

Cuando llegaron al borde de la alambrada, Sunoo ya respiraba entrecortadamente, el disparo fue en la parte baja del estómago y no había forma de parar el sangrado. Riki trajo la chompa con la que había llegado al punto de encuentro y la rompió intentando hacer presión.

—T-Tienes que irte—dijo—van a venir.

—Calla Sunoo, estás perdiendo mucha sangre, no hables

—Ve Riki, por favor. No me queda mucho tiempo—dijo al ver lo profundo de la herida

—¡Cállate! Te llevaré donde Madre, ella sabrá qué hacer.

—Riki, mírame—el rubio posó su mirada en el chico que yacía apoyado en la alambrada—¿Crees que ellos ayudarán al enemigo? Soy un judío, por eso vivo aquí. Por eso nunca podría haber ido a Berlín contigo. Por eso nunca podré ser feliz. Pero tú, eres un chico que lo tiene todo. Tienes una casa, una familia a la cuál volver, amigos, oportunidades. Vive tu vida y no la malogres para salvar a un inútil como yo.

—¡No! Eso no es verdad. ¡Vas a vivir!

—¡Ya para! ¿Qué no lo entiendes? Te dijo que me dejes morir. Ya viví lo suficiente. Conocí a una increíble persona, alguien que desde la primera vez, no me trató como los soldados, un chico alegre que siempre buscaba una solución a todo y que buscaba siempre hacerme feliz. Por favor, sé feliz.

—Pero yo no...—lo interrumpió el sonido de soldados gritando—No te quiero dejar.

—Acércate—el rubio se acercó y Sunoo pasó, débilmente, sus brazos, rodeando al rubio en un abrazo, el primer y último abrazo. Durante aquel abrazo, el mayor fue perdiendo fuerzas hasta que eventualmente, cerró los ojos.

—No...por favor...vuelve...

—¡Estaban por aquí señor! ¡2 niños judíos!

El rubio pasó rápidamente por la alambrada y se escondió detrás de unos árboles. Se limpió algunas manchas de sangre que tenía en las manos y se puso su ropa.

Empezó a caminar a su casa con la mente en blanco. Luego de una larga caminata bajo la lluvia en la cual todo rastro de sangre que hubiese quedado desapareció, llegó a casa.

Konon fue la primera en verlo, corrió directamente a abrazarlo, muy preocupada.

—¿Dónde estabas, Riki?

—Estaba explorando—dijo con su tono usual y le regaló una sonrisa. La pelinegra no le creyó, pero prefirió no preguntarle nada.

Unos días después del incidente, Madre, Konon y Riki regresaron a Berlín. Pero no era lo mismo. Riki extrañaba a Sunoo, nunca había conocido a alguien tan puro, un chico que lo hizo muy feliz durante su tiempo en Auschwitz.

Padre se quedó en Auschwitz un año más y acabó ganándose la antipatía de los otros soldados, a quienes trataba sin piedad. Unos meses más tarde, llegaron otros soldados a Auschwitz y ordenaron a Padre que los acompañara, y él fue sin protestar ya que sabía que el "escape de aquel niño judío del cuál no se sabía nada" le costaría bastante.

Y así termina la historia de Riki y su familia. Todo esto, por supuesto, pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido.

Hoy en día, no. 

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