XI

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↻Eʟ Fᴜʀɪᴀs↺

Unos meses atrás, cuando Padre recibió el uniforme nuevo que significaba que todos debían llamarlo "comandante" y poco antes de que Riki llegara a casa y encontrara a Akiko haciendo las maletas, una noche Padre llegó a casa muy emocionado, lo cual era raro en él, y entró en el salón donde Madre, Riki y Konon estaban sentados leyendo sus libros.

—El jueves por la noche—anunció—Si teníamos algún plan para el jueves por la noche, ya puedes cancelarlo.

—Tú puedes cambiar tus planes si quieres—dijo Madre—pero yo he quedado para ir al teatro con...

—El Furias quiere hablar de un asunto conmigo—dijo el Padre, que era el único autorizado para interrumpir a Madre—Acabo de recibir una llamada esta tarde. Sólo le va bien el jueves por la noche y vendrá a cenar.

Madre abrió mucho los ojos y sus labios formaron una O. Riki se quedó mirándola y se preguntó si aquella era la cara que ponía él cuando algo le sorprendía.

—No lo dirás en serio—dijo Madre, palideciendo ligeramente—¿Va a venir aquí? ¿A nuestra casa?

Padre asintió con la cabeza.

—A las siete en punto—confirmó—Así que será mejor que preparemos una cena especial.

—¡Cielos!—exclamó Madre mirando de un lado a otro y empezando a pensar en todo lo que había que hacer.

—¿Quién es el Furias?—preguntó Riki.

—Lo pronuncias mal—dijo Padre, y lo pronunció correctamente.

—El Furias—volvió a decir Riki, intentando pronunciar bien, aunque sin conseguirlo.

—No—dijo Padre—El...¡Bueno, es igual!

—Pero ¿quién es?—insistió el rubio.

Padre lo miró atónito y dijo:

—Sabes muy bien quién es el Furias.

—No—dijo Riki.

—Dirige el país—dijo Konon—¿Es que no lees el periódico?

—¿Va a venir solo?—preguntó Madre.

—He olvidado preguntárselo—dijo Padre—pero supongo que vendrá con ella.

—¡Cielos!—repitió Madre, levantándose y calculando mentalmente todo lo que tenía que organizar antes del jueves, para el que sólo faltaban dos días. Habría que limpiar la casa a fondo (incluidos los cristales), teñir y barnizar la mesa del comedor, encargar la comida, lavar y planchar los uniformes de la criada y el mayordomo, y dar brillo a la vajilla y la cristalería hasta que destellaran.

De un modo u otro, pese a que la lista parecía crecer y crecer, Madre consiguió terminarlo todo a tiempo, aunque no paraba de decir que la velada habría tenido el éxito asegurado si ciertas personas hubieran ayudado un poco más a prepararlo todo. Una hora antes de la llegada del Furias, hicieron bajar a Konon y Riki, y los chicos recibieron una insólita invitación para entrar en el despacho de Padre. La pelinegra llevaba un vestido blanco y calcetines largos, y le habían hecho tirabuzones. Riki llevaba pantalones cortos marrón oscuro, camisa blanca y corbata marrón. Estrenaba zapatos para la ocasión, y estaba muy orgulloso de ellos, aunque le iban pequeños, le dolían los pies y le costaba andar. De cualquier modo, todos aquellos preparativos y toda aquella ropa elegante parecían un poco exagerados, porque ni Riki ni Konon estaban invitados a la cena; ellos habían cenado una hora antes

—A ver, niños—dijo Padre, sentándose detrás de su escritorio y mirando alternativamente a sus hijos, de pie e inmóviles frente a él—Ya saben que esta velada es muy especial, ¿verdad?

THE BOY IN THE STRIPED PAJAMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora