La rana y el ratón | L.S (Terminada)

II

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"Harry"

En las alturas, desde una rama del viejo roble, una adorable rana verde arborícola observaba dormir al ratoncito Louis. Desde su posición lo podía ver todo, todo el tiempo. Comenzó a preocuparse cuando notó que Louis aún no despertaba y el sol se alejaba para darle lugar a la luna y otros peligros de la noche.

La pequeña rana descendió del viejo árbol dando delicados saltos de rama en rama, hasta llegar a tierra firme. Emprendió su viaje hacia aquella especial flor amarilla, no muy lejos de sí.

—¡Oye, pequeñín! —exclamó desde lo bajo—. ¡Despierta!

Vio cómo el tallo de la flor comenzó a moverse. Louis había despertado.

—¡¿Quién eres tú?! —preguntó dejando a la vista su cabecita, con un tono de voz agudo que dejó sorprendida a la rana.

—¡Soy Harry, la rana!

El pequeño ratón gris salió de su escondite, dejándose a la vista de aquel animal desconocido y comenzó a bajar de la misma forma que había subido horas antes.

Apenas sus ojos se encontraron con aquella criatura frente a él, olvidó cómo se respiraba. Tenía un gran par de ojos brillantes y negros, su mirada era adorable, su piel era verde, de aspecto suave, y su tamaño era algo mayor a él.

¿Cómo es que nunca antes había visto a aquella adorable criatura?

—¿Me puedes repetir tu nombre?

—Harry, mucho gusto.

El ratoncito asintió, sin apartar su vista del otro. 

—Yo soy Louis y el gusto es mío. ¿Cómo es que nunca antes te he visto?

—¡Oh! Vivo allí arriba —replicó Harry, apuntando hacia el viejo árbol del que había descendido.

"Mmm" fue lo único que entonó el ratoncito.

—¿No es un poco tarde para que estés aquí fuera?

Louis asintió, dejando a la vista el miedo en su rostro y comenzó a explicarle a su nuevo amigo cómo es que había llegado a ese lugar.

—Puedes quedarte conmigo esta noche —ofreció la adorable rana, apuntando hacia su hogar—. Y mañana, apenas el alba comience a asomarse por el horizonte, regresas a tu hogar.

El pequeño ratón pareció considerarlo por un momento. Aquello era mejor que quedarse allí bajo, solo e indefenso, pensó. Por lo menos allí arriba tendría algo de compañía.

Louis terminó aceptando la propuesta y ambos comenzaron a escalar el viejo árbol, hasta llegar al pequeño hogar de Harry.

—Puedes dormir aquí —señaló Harry, en el lecho de hojas que había creado para su invitado.

El ratón se acomodó en el lugar indicado, no muy lejos de su nuevo amigo.

—Muchas gracias, Harry.

Ambas criaturas se despidieron hasta el siguiente día, antes de ser atrapados en los brazos de Morfeo.

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