La rana y el ratón | L.S (Terminada)

VIII

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"Un cuento"

 Una pequeña infante de ojos azulados y cabello rizado, irrumpió en la habitación corriendo hacia el hombre alto que se encontraba de espaldas frente a la encimera, preparándose un té.

—Hola, cariño —saludó el adulto, dejando de lado sus tareas para abrazar a la más pequeña.

—Mira lo que dibujé hoy.

El adulto observó atentamente los dibujos que habían sido plasmado en la hoja de papel y, al entender de qué se trataban, una sonrisa se plasmó en su rostro.

—Es hermoso, cariño, muy hermoso. Vamos a pegarlo en el refrigerador junto a los demás.

La niña sonrió y siguió con la vista al mayor, quien ya se encontraba buscando algo de lugar para exhibir otro más de sus dibujos. Una voz conocida sacó a ambos de sus pensamientos.

—Hola, Hazza —saludó el ojiazul, acercándose hacia el otro adulto para dejar un beso casto en sus labios.

—Hola, cariño.

—¿Ya viste cómo nos dibujó nuestra pequeña? —preguntó, cruzándose de brazos— ¿Por qué soy una rata?

Tanto Harry como la niña, soltaron una fuerte carcajada, dejando aún más confundido al mayor de ojos azulados.

—No eres una rata, Lou. Eres un adorable ratón. Louis, el ratón.

—¿Y tú eres..."Harry, la rana de ojos saltones"?

La niña dejó de reír, frunciendo su ceño con molestia.

—¡Oye! Papá tiene ojos adorables, no saltones.

Louis puso sus propios ojos en blanco y bufó con falsa molestia. Por supuesto que los ojos de su esposo eran adorables, vamos, eran literalmente su debilidad. Intentó ocultar la sonrisa que se aproximaba ante el último pensamiento —claramente falló.

—Ya, ya. ¿Me pueden decir de qué se trata?

—Es un cuento, papá. Un cuento que hicimos yo y papá Harry.

—Papá Harry y yo —corrigió el ojiazul.

La niña frunció su ceño, confundida.

—¡No! Yo y papá Harry.

El ojiverde sonrió con gracia.

—No cariño, se dice papá Harry y yo.

—Oh...bueno, entonces papá Harry y yo creamos un cuento de hadas.

Louis miró con curiosidad a su esposo, quien ya se encontraba sonrojado hasta las orejas. Así que un cuento de hadas, pensó y luego sonrió de lado.

—Eso suena interesante, ¿De qué trata?

—Sobre un bosque y-

—Lari, pequeña —interrumpió el ojiverde, captando la atención no solo De la niña—. ¿Qué tal si subes a cambiarte y lo contamos luego de la cena, ¿eh?

La pequeña asintió con emoción y prosiguió a retirarse a su habitación para cambiarse el uniforme escolar por ropa mucho más cómoda. Fue de la mano de su papá Louis, quien también debía cambiarse la ropa de trabajo.

Harry se quedó a solas en la cocina, con una gran sonrisa dibujada en el rostro, sintiéndose agradecido por tener una familia tan hermosa.

[...]

Cuando vino el postre, la más pequeña le recordó a su papá Harry que narrara la historia que ambos crearon.

—Cierto, cierto —dijo el mayor, acomodándose en el gran sillón. Louis posó su cabeza sobre el regazo de su esposo, este último comenzó a dejar caricias en su cabello; mientras que la pequeña infante se acomodó sobre el pecho del ojiazul.

—¿Están listos?

—¡Si! —exclamaron los ojiazules, haciendo sonreír de lado a lado a Harry.

—De acuerdo —dijo aún sonriente el ojiverde—. Érase una vez, en las antiguas tierras de Albión...

FIN.

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