•Capítulo 7•

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Cristian regresó a la guarida unos diez minutos más tarde, y durante ese lapsus de tiempo, Elenor se quedó sentada, oyendo una larga discusión entre Julieta y Julio acerca de los cangrejos y los caballos (definitivamente no quería saber el context...

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Cristian regresó a la guarida unos diez minutos más tarde, y durante ese lapsus de tiempo, Elenor se quedó sentada, oyendo una larga discusión entre Julieta y Julio acerca de los cangrejos y los caballos (definitivamente no quería saber el contexto) a la vez que Darío se quedaba a su lado, exponiéndole el daño que podía hacerse si se rascaba siempre un piquete de mosco de esa manera, también, Néstor y Walter volvieron a marcharse para concluir los últimos detalles de la lámina de antes y Natanael se sentó en el suelo para continuar solo la partida de ajedrez que dejó pendiente con Julieta.

—¡Ya los he llamado, no deberían demorarse en llegar! —Fue lo que exclamó Cristian cuando estuvo de vuelta en la guarida, con una sonrisa a medias dibujada sobre sus labios.

Elenor no estaba tan segura de conocer al resto de la guarida, eran demasiadas personas y, sin duda, nunca había estado en un solo lugar con tanta gente, en especial si eran chicos... Porque no era como si ella saliera mucho a fiestas o algo similar, y si lo llegó a hacer, fue para molestar a la gente ahí y arruinar el ambiente.

En retrospectiva, seguramente se sentiría incómoda con la cantidad de adolescentes que Walter había mencionado.

Para ese momento, el sol ya estaba llegando a su cénit, y por lo tanto, no faltaba demasiado para que comenzara a anochecer, lo que sin duda puso a Elenor todavía más angustiada.

¿Realmente iba a pasar la noche en el pasado? Es decir, sonaba ridículo... Y sin embargo; era consciente de que también era verdad.

Mordió el interior de su mejilla y se reclinó sobre el respaldo del sofá, frunciendo el ceño y observando los delgados rayos del sol filtrarse a través de la entrada y proyectándose en el suelo.

Walter y Néstor regresaron poco después a la guarida.

—¡Listo, por fin la lámina está en su lugar! —soltó Walter con alegría, y a su lado, Néstor gruñó.

—Pero tú no hiciste nada y te sentaste en el suelo como un mocoso haciendo un berrinche —espetó él con mala cara, aunque su mal humor se le pasó cuando se percató de la presencia de Cristian—. Hasta que por fin vuelves.

—Yo ya estaba aquí —replicó Cristian—, ¿tú donde estabas?

Néstor se encogió de hombros.

En ese momento, un chico nuevo entró a la guarida con la curiosidad siendo palpable en su mirada.

—¿Para qué convocaron una reunión? —inquirió el chico, quien poseía cabello rubio claro y ojos azules eléctricos que recorrieron el sitio con intriga. Su postura era despreocupada y sus manos estaban hundidas en los bolsillos de su pantalón.

—Ya te habíamos dicho que iba a haber una nueva recluta —contestó Néstor, alzando ambas cejas.

—Él es Edwin —presentó Julieta, y Elenor no supo en qué momento tomó asiento a su lado—, es gringo, por si no lo notaste...

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⏰ Última actualización: Apr 22, 2022 ⏰

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La Brigada de las Sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora