Capítulo 5

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La siesta estaba tranquila dentro de la mansión, mi tía Elsa se había quedado dormida poco después de terminar su plato en el almuerzo y la abuela completamente acostumbrada a su rutina, se había encerrado en el viejo granero.

La casa era toda mía y la brisa fresca ingresaba por todos lados ya que había decido abrir todas las puertas y ventanas.

La música apenas suave recorría la sala mientras limpiaba los muebles, las medallas de mi familia eran por la famosa mermelada que de generación en generación pasaban la receta y sin dudar algunos tenían mejores años que otros.

Mi abuelo fue el mayor de tres hermanos quien recibió la receta por su padre, él al casarse con mi abuela le enseñó el secreto de la receta sacando así a todos a flote.

Las fotos que aquellos muebles exponían me volvían mis recuerdos, junto a mis padres. En uno de los marcos estaba ella con su hermoso vestido de novia y su cabello castaño claro recogido en un rodete y mi padre a su lado con un traje negro elegante, ambos entrelazados por el brazo mientras se miran demostrando su amor en cada poro.

Los extraña cada día, y sin duda siempre trataba de tenerlos presente al igual que mi hermano.

Escucho pasos bajar por las escaleras, mi tía en bata baja con las manos cargadas de unas pequeñas cajas manchadas con el tiempo.

-Necesito que guardes esto en tu departamento –dice mirando hacia la cocina

-¿Qué es?

-¿Puedes o no? –insiste

-Claro, dámelo

Me abraza luego de darme aquellos pequeños paquetes y vuelve por donde había venido, la curiosidad me carcomía la mano y no había dicho que no podía abrirlos, sin embargo no podía hacerlo aquí. Si me lo había pedido que lo lleve es porque quiere esconderlo de mi abuela.

Espero no sean sus pastillas

Dejo las cajitas en mi habitación mientras sigo limpiando, la sala y la cocina habían quedado resplandecientes, sin más que hacer busco entre los libros de la familia algo interesante que leer.

Las novelas las había leído en lo que respecta mi vida y sin embargo tenía mi favorita, lo busco pero no lo encuentro, subo a mi habitación y tampoco estaba allí.

Las demás habitaciones vacías llevaban años sin ser habitadas ya que eran de los hermanos de mi madre, subo al tercer piso donde mi abuela dormía, una sensación de intrusión me recorre el cuerpo por lo que trato de apurarme en buscar el libro. Por alguna razón sentía que necesitaba ese libro y no buscarlo no era una opción.

Reviso rápidamente su librería y la mesita de luz, nada.

Remuevo entre los sofás y debajo de la cama, nada.

Busco en las cajas de mermeladas y entre las plantas, nada.

Un sobre amarillento sobresale de uno de los planteros, extrañada lo tomo sin echar a la pobre suculenta y guardo el sobre en mi bolsillo mientras sigo buscando. Trato de dejar todo como estaba sin embargo la caída de la caja de sus medicamentos me delata.

-¡Liana! ¿Qué buscas cariño? –grita en minutos, escucho sus pasos por lo que con naturalidad la espero cerca de la, no estaba haciendo nada malo

-¿Viste mi libro de Alina Hutch? –busco con la mirada

Veo la portada sobre uno de los estantes del armario y ella sigue mi mirada

-Aguarda, puse un papelito que no debía perder

Lo quita y me entrega el libro, queda parada en silencio esperando a que salgo por lo que no hago más raro el momento tomándolo y saliendo

-Por favor, la próxima solo pregúntamelo, ya estoy vieja para ordenar mi habitación

El Diario de una SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora