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El estúpido sonido de la alarma de su teléfono suena a las siete y media de la mañana como cada día. Félix apaga el molesto sonido con un más fuerza de la necesaria. No es más que una burla a su insomnio. Él no necesita que una alarma lo despierte porque lleva más de tres horas dando vueltas entre sus sábanas con la única compañía de sus pensamientos, como cada noche de los últimos dos años y medio.

Suspira pesadamente mirando al techo, negándose a levantarse todavía. Siente lágrimas de frustración por la falta de sueño que anegan sus ojos, pero no piensa dejarlas caer. Hace tiempo que renunció a la acción de llorar al darse cuenta de que, al fin y al cabo, no le servía de nada. Puede contar con los dedos de una mano las veces que lo ha hecho en los últimos meses, y siempre han sido momentos desesperados en los que llorar era el último recurso.

Se obliga a si mismo a levantarse de la cama. Es una tarea titánica. Un acto tan normal como lo es desenredarse de las sábanas y comenzar un nuevo día se ha convertido en toda una odisea para él. Son escasas, por no decir que nulas, las mañanas en las que siente que levantarse servirá de algo a parte de para malgastar el tiempo, un tiempo que ya no se siente con ganas de ver correr. Aún así lucha contra él mismo todas y cada una de las veces para ponerse en pie y no preocupar a su familia. Hay días en lo que se hace más fácil y otros más difícil, pero siempre termina por conseguirlo.

Sabe que todos ellos estarán ya a punto de salir de casa para irse a sus trabajos o a clases, en caso de su hermano menor Seungmin. Por su parte, a él le espera una larga mañana de clases virtuales aburridas y tediosas con la casa sumida en un silencio abrumador que siempre logra ponerlo de los nervios. Con suerte su padre o su madrastra le dejarán algún recado con el que pueda obligarse a salir de casa y dar un largo paseo por la ciudad para despejarse un poco. Si no solo le queda esperar a que todos vuelvan para hacer que esa molesta sensación de soledad se vaya.

-Buenos días.- saluda con su voz todavía ronca cuando llega a la cocina.

-Buenos días, cariño.- devuelve el saludo su padre cuando su hijo mayor le da un beso en la cabeza antes de sentarse a su lado.- Minhee ha hecho tortitas hoy porque es un día importante para ti. Hoy empiezas la terapia de grupo.

Mierda. La estúpida terapia de grupo. Había olvidado completamente que la empezaba ese día. La verdad es que a él no le hace ni pizca de gracia la idea de juntarse con un grupo de gente deprimida y con problemas en sus vidas hablando de todo lo malo que les pasa y, aún encima, tener que aportar él algo de sus desgracias personales. Le cuesta mundos abrirse a solas con su psicólogo, por lo que el grupo de terapia solo hace que su ansiedad habitual aumente un poco más y sienta ganas de arañarse todo el cuerpo para aliviarla un poco. Pero sabe que tanto si psiquiatra como su padre creen que es una buena idea, por lo que no se ve capaz de decepcionarlos y decir tajantemente que no quiere ir antes de la primera sesión. Debe esperar a ir por lo menos a una para poder posicionarse. Aunque lo más probable es que lo odie.

-Después de eso podemos ir a por unos batidos de esa tienda del centro.- propone su hermano pequeño con emoción.

Seungmin tiene clases particulares de matemáticas cerca del lugar en el que él se reunirá con el grupo de terapia y sus horarios son muy similares, por lo que el menor estará esperándolo cuando él termine y volverán juntos a casa. En parte, Félix agradece la compañía de su risueño y adorable hermanito. A pesar de que odia admitirlo porque pasear a solas siempre ha sido una de sus actividades favoritas, hay días en los que su mente le juega malas pasadas y el miedo a que algo pueda pasarle si está solo es casi paralizante. 

-Claro que sí, Minnie. Pero no lo conviertas en un hábito o me quedaré sin dinero rápidamente.- le responde el pecoso con una sonrisa, intentando que no se note mucho su poco optimismo con respecto a su nueva terapia.

~Mental health club~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora