II

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Ciudad de México, 04 de junio de 1915

     El viento había agrietado la superficie del agua, el rio se veía tan blanco y brillante con tanta luz y movimiento. El correo subía por el largo camino de la ciudad a la vieja casa al lado del rio, no era común recibirlo así que no había buzón en casa, solo llegaban papeles que extrañamente recibía el padre de Nicolás, Benjamín como muchos lo conocían, no era un hombre de negocios, pero tenía poder sobre muchas tierras y eso lo volvía un hombre importante dentro de la ciudad. Nicolás aún no había despertado cuando su madre ya había irrumpido en su habitación.

— Nicolás, hazme favor de levantarte y hacer tu habitación, no olvides que hoy hay visitas y tenemos que ser muy propios a la hora de recibirlos ¿de acuerdo? — dijo con una sonrisa y mejillas sonrojadas, rápidamente Nicolás despertó con la mirada perdida.

— Esta bien, solo tomaré un baño antes de bajar — respondió un poco molesto sin embargo rápidamente entro al baño.

     La madre de Nicolás, Serna quien prefería ser llamada por su segundo apellido, ya que odiaba el nombre y apellido que le había dado su padre, deseaba olvidarlo lo suficiente como para no recordar la falta que le hizo, ella no era la más hermosa de todas las mujeres, pero tenía un encanto y un porte que la volvía una mujer ejemplar, para ella la moral y la educación del hogar estaban sobre todas las cosas, nunca había faltado a la iglesia desde que tenía memoria y nunca había tenido la necesidad de hacerlo, sin embargo, Benjamín era un caso que se podría catalogar como particular, pues muy rara vez hablaba, siempre mantenía un rostro serio y casi no levantaba la mirada a menos que hubiera visitas por la casa, momento en el que Serna tenía total control del hogar y del personal de la vieja casa al lado del rio.

— ¡Por un amor de Dios, alguien meta a esas gallinas al granero y que no salgan de ahí! — grito Serna desesperada, sufría de unos nervios muy sensibles, como ella hacía llamarlos.

     Las gallinas se encontraban cerca de la puerta principal, mientras comían unas manzanas que habían caído al suelo, ya que el viento en esos días estaba soplando un poco más fuerte de lo normal, así que esperaban buenas lluvias para las temporadas, ya que al poseer varias tierras recibían una gran cantidad de dinero al poner en renta muchas de estas y utilizarlos para la siembra, había muy buenas ganancias si la cosecha se daba bien.

— No te preocupes madre, yo voy por ellas — respondió Nicolás mientras bajaba las escaleras aun con el cabello mojado.

— ¡Pero la ropa que estás usando está limpia! — se giró rápidamente y miro a una de las jóvenes que ponía los manteles —. Tú por favor ve y haz algo con esas gallinas.

— Entendido Sra. — respondió la joven y dejó el lugar.

     Serna no era para nada una mujer malvada con sus empleados, pero apreciaba mucho que acataran órdenes de manera precisa y sin responder, no ha tenido problemas con ninguno de ellos, ha sido una mujer bastante directa y amable, sin embargo, no toleraría ver alguno de sus empleados en un estado de ebriedad o fumando dentro o fuera de la casa.

— Yo podía hacerlo sin ningún problema — dijo Nicolás mientras caminaba a la cocina.

— Yo sé que puedes hacerlo cariño — respondió mientras caminaba con sus diminutos pasos detrás de él —. Pero tienes que estar presentable para esta tarde, no lo olvides, en cambio a ella le podemos dar otro uniforme y todo estará bajo control.

— De acuerdo ¿y quienes vendrán al festín? — pregunto en un tono sarcástico.

— Tan solo nuestra familia de Puebla, recuerda que en unos meses entraran a la universidad y Roberto se quedara los días de clase con nosotros, viene desde ahora para que se vaya familiarizando con la ciudad. En cambio, los fines de semana si es que así lo desea, puede regresar.

AHÍ ESTÁ EL PROBLEMA , ESTAMOS TAN LEJOS DE SER NATURALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora