Ciudad de México, 06 de agosto 1915
Estaban todos sentados en el restaurante Casa Prendes, uno de los más famosos por el servicio exclusivo que ofrecía y la calidad de los alimentos que se servían en él. Estaban sentados de modo que todos ahí notaran su presencia, una hermosa familia, respetada y con reputación indudable. Serna había decidido que era un buen momento para salir a cenar todos, así que esa tarde el personal se fue temprano a casa y todos salieron a la ciudad, finalmente Nicolás se daría a conocer en sociedad pues en unos meses sería legalmente un adulto, podía ver y conocer el mundo a su manera, pero se sentía algo extraño, estaba sentado con su familia, pero se paseaban y hablaban por los pasillos con cierto aire burgués. Las parejas se sentaban en las bancas fuera del restaurante a hablar mientras sus familias organizaban días de campo y hablaban con nostalgia de Don Porfirio.
— Terminando de cenar iremos a La Esmeralda, esa hermosa joyería tan encantadora, les tenemos una sorpresa a ambos — menciono Serna irrumpiendo en el silencio del restaurante.
— Entendido madre, sin embargo, creo que ya nos han dado suficientes sorpresas — respondió Nicolás.
— Ay por Dios, para nada. Pronto serán hombres y se tienen que ver como tales — dijo con superioridad.
— De acuerdo, pero será la última.
— No le hables así a tu madre — exclamo rápidamente Benjamín — tu madre los sorprenderá tanto como ella quiera.
— Lo siento — dijo finalmente, para esto Roberto se había mantenido en silencio durante todo el día.
— Nicolás — dijo finalmente —. Escuché que hay una librería por Alameda ¿podrías hacerme el favor de acompañarme?
— Claro, sin problemas — dijo feliz —. Madre ¿hay problema si vamos rápido a la librería antes que traigan nuestra cena?
— Pero por su puesto que no — respondió rápidamente — se imaginan qué pensaría la gente si ambos abandonan el lugar tan de repente, no, no lo permitiré. Irán después de cenar.
— No te preocupes Nicolás— dijo Roberto tranquilo mientras lo miraba —. Si está cerrada cuando terminemos de cenar, podemos venir el día de mañana ¿no es así tía?
— Así es, es una idea más factible, pueden venir en la tarde y así las personas los verán en la biblioteca.
— De acuerdo, vendremos mañana — respondió Nicolás más tranquilo —. Si me disculpan iré al sanitario.
Nicolás se levantó rápidamente, pero no pudo evitar chocar con uno de los meseros derramando una botella de vino sobre Serna, quien rápidamente empezó a desatar un caos.
— ¡Nicolás por amor de Dios! Llama a alguien que haga algo al respecto.
— Mil disculpas Sra., en seguida llamaré a alguien — respondió el joven apenado.
— Pues más te vale hacerlo rápido — respondió bastante molesta.
No tardó en llegar un joven alto, incluso más que Nicolás, el cual tenía un acento bastante particular, su español era muy bueno, pero Nicolás pudo notar que parecía como si estuviera cantando, se veía bastante joven para ser encargado del restaurante, ya que este tenía una gran reputación. Rápidamente el problema fue solucionado, pero lamentablemente le costó el trabajo al joven mesero que ahí trabajaba.
Después del incidente la familia se dirigió al Palacio de Hierro, para ver si podrían encontrar un remplazo para el vestido que se estropeo, pues Serna no se permitiría seguir así el resto del día.
— ¿Escuchaste como hablaba el joven del restaurante? — le preguntó en silencio Nicolás a Roberto.
— No, la verdad no le puse atención, pero al parecer tú sí ¿no es así? — dijo con una mirada seria.
— No, bueno, solo me pareció muy particular su manera de hablar — respondió muy nervioso.
— ¿Cómo dijo que se llamaba?
— No recuerdo su nombre.
— Ya veo ¿te gustó?
— Déjame en paz.
— Solo bromeo, pero ya veo que eres muy sensible para ese tipo de bromas — dijo Roberto entre risas.
— Es solo que no me parece gracioso.
— Entiendo, lo siento. Si gustas le puedo hablar a ese joven para que te haga sentir mejor.
— Eres un pendejo — respondió Nicolás bastante molesto.
— De acuerdo, te dejo en paz.
Regresando a casa ambos jóvenes estaban muy sorprendidos ya que después de encontrar un vestido para Serna, habían ido a La Esmeralda, esa tienda de la que tanto hablaban y los padres de Nicolás decidieron comprar un par de relojes para ambos, hermosos y completamente hechos de oro, sin duda alguna harían que cualquiera que lo lleve en mano se daría dar a notar, ambos estaban muy felices y estaban ansiosos por usarlos.
— Muchas gracias padre, los cuidaremos mucho.
— Sí, créame que los apreciamos bastante.
— Yo tuve mi primer reloj a la edad de los 18 años — dijo Benjamín serio —. Aunque Nicolás aún está a unos meses de cumplirlos su madre insistió bastante en regalárselo antes para que ambos den una buena imagen a la hora de entrar a la universidad. Es un regalo, pero también es una herramienta que solo un hombre puede tener, pues solo un verdadero hombre es dueño de su propio tiempo.
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AHÍ ESTÁ EL PROBLEMA , ESTAMOS TAN LEJOS DE SER NATURALES
Novela JuvenilEn 1915 el amor se convierte en el gran protagonista de esta novela, pero no cualquier amor, si no aquel inocente e ingenuo, ese que se siente como hacer el amor por segunda vez, ese amor que conforme van pasando los años se va difuminando con el vi...