Ciudad de México, 02 de julio 1915
El papel es sus manos estaba demasiado arrugado, tendría que tomar nota y pasarlo en uno más limpio, Serna sin duda no era una mujer despreocupada y no podía ver ese viejo papel arrugado sin pensar en todas las manos en las que ha estado, así que se dispuso a pasar esos nombres en limpio. No era común que una mujer de su edad tuviera educación y lamentablemente no la tenía, dedico su juventud al aprendizaje del hogar y a ser una buena esposa, no se arrepentía de eso, ella creía que no había tarea más honorable que el hogar, dedicar el resto de su vida a su hijo y esposo le causaba un placer que no comprendía, pero sabía que estaba hecha para eso.
En los últimos días había escuchado acerca de un caso que se había quedado por un tiempo en el olvido ya que en mayo de 1911 unos cientos de mujeres firmaron una carta para el presidente interino De la Barra donde reclamaban el voto para la mujer, señalando que la Constitución de 1857 no las excluía de dicho derecho, puesto que no hacía mención al sexo de los votantes.
— Que absurda idea — se dijo a sí misma —. Una mujer votando, todos saben que las mujeres fuimos echas para el hogar, probablemente Minerva comparte ese mismo pensamiento que todas esas jóvenes rebeldes, es una lástima que mal gasten su tiempo en barbaridades como esas.
Serna solo sabía leer y escribir, pero era algo que sabía hacer muy bien pues su caligrafía era hermosa y estaba orgullosa de eso, tuvo que aprender ella sola, pues nadie en su familia apoyaba esa idea. A pesar de no estar de acuerdo con esos movimientos actuales sabía que una mujer era capaz de hacer las cosas tan bien como un hombre, sin embargo, ella creía que solo era cuestión de abrí los ojos y aceptar las cosas tal como son para las mujeres, su único propósito el hogar y la familia.
Después de pasar todos esos nombres importantes, se dispuso a dirigirse a la habitación que Nicolás y Roberto compartían.
— Chicos ¿puedo pasar? — pregunto mientras tocaba la puerta.
— Adelante — respondieron ambos al mismo tiempo.
Serna entro a la habitación, disimuladamente la reviso, no toleraría suciedad sobre la alfombra o ropa fuera de su lugar. Al parecer todo estaba bien lo cual hizo que sintiera un poco de orgullo sobre sí misma.
— Les traje esto — les dijo mientras entregaba una tarjeta a cada uno —. Me tome la tarea de investigar un poco a cerca de sus compañeros de clase, los nombres no son iguales ya que cada uno decidió estudiar una carrera diferente, pero son los jóvenes que están mejor posicionados en sociedad así que asegúrense de llevarse bien con ellos.
— Madre de verdad esto no...
— Muchas gracias tía — Respondió rápidamente Roberto.
— No de que, tómenlo en cuenta y formen buenas relaciones, al final los estudios forman al hombre, pero las relaciones forman un futuro — dijo muy orgullosa de ellos.
— Lo tendremos muy en cuenta ¿verdad Nicolás? — dijo Roberto mientras volteaba a verlo sonriente.
— Claro madre, eso haremos — respondió con una sonrisa bastante superficial.
— Ay mis niños, estoy muy orgullosa de ustedes, no olviden estudiarlos y dentro de unos días serán unos hombres exitosos — dijo mientras se retiraba de la habitación.
Roberto tenía un humor bastante característico, le causaba mucha gracia molestar a Nicolás, decía que era demasiado noble para cualquier cosa, solo agacharía la mirada y no diría nada, no consideraba a su primo un hombre débil de fuerza, pero sí de voluntad. Roberto no era más alto que Nicolás, en cambio era más bajo que él, cabello rubio y tez clara, no tenía la figura de un adulto mayor, pero se podía notar que hacía ejercicio y salía a correr por las mañanas.
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AHÍ ESTÁ EL PROBLEMA , ESTAMOS TAN LEJOS DE SER NATURALES
Teen FictionEn 1915 el amor se convierte en el gran protagonista de esta novela, pero no cualquier amor, si no aquel inocente e ingenuo, ese que se siente como hacer el amor por segunda vez, ese amor que conforme van pasando los años se va difuminando con el vi...