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2014:

El papel blanco delante de mí parece observarme con ojos acusadores. Mis dedos temblorosos sostienen con fuerza un marcador negro que se burla en silencio por mis nervios. Cada vez que intento trazar una línea sobre el color blanco ante mis ojos me quedo paralizada. Una voz en mi interior que recuerda cual es mi problema. La razón por la cual no puedo dar otro movimiento y soy incapaz de controlar lo que siento.

Es una hoja en blanco perfecta. Sin mancha alguna. Sin nada colorido u opaco que pueda arruinarla.

Soy un desastre. Lo que arruinara la representación de la paz en aquello que se ha mantenido de blanco. Quiero que esta vez pueda realizar algo diferente, quiero y deseo hacerlo, pero es un juego contra mi mente. Mis pensamientos contra mi alma. Mis pensamientos sobre aquellos que son pensados de manera inconsciente.

—¿Qué te detiene, señorita Valencia? —la voz del viejo me aparta de mis pensamientos.

Este viejo psicólogo se ha convertido en una molestia por las últimas semanas. Habla, habla y habla sin parar, tratando de hallar aquel punto que me incite a hablar. Quiere conocer mis pensamientos, quiere que explique verbalmente lo que ocurre en mi mente, lo que ocurrió aquel día, pero no puedo. No puedo siquiera explicar un poco de lo que sucede en mi interior.

Es un caos. Todo.

—La muerte es atractiva.

Las recientes palabras salidas por mi boca parecen un suspiro de auxilio y liberación. No puedo seguir indagando en mis pensamientos y mis recientes palabras porque la voz del viejo molesto me distrae.

—¿Qué hace a la muerte atractiva?

La pregunta es un eco en mi cerebro. ¿Qué hace a la muerte atractiva según mis pensamientos? Cada uno tiene su propio pensamiento sobre como sus ojos ven a la muerte. Todo es distinto y el sufrimiento se reflexiona de distintas maneras.

—La libertad —murmuro—. La sanidad del dolor. La muerte puede llevarte a estar en paz.

—¿Por qué piensas que la vida no puede hacerlo?

Esa es una pregunta que no debería responder. La respuesta es clara y precisa, aunque supongo que el viejo optimista no ve todo tan bien como debería.

Tal vez el título de psicólogo le ha quedado grande.

—La vida te da dolor y sufrimiento. Hace que tu existencia sea un infierno, mientras mejor persona seas, más mierda será la que arrojaran hacia ti.

—¿Dices eso por algo en particular?

Una risa irónica escapa de mi garganta. Mis ojos se alzan de la hoja en blanco para observar al viejo hablador.

—Usted sabe la razón por la cual estoy aquí. Creen que estoy demente. Todos lo creen.

—¿Habla de sus padres adoptivos?

La mención de ellos lleva sentimientos negativos a mi cuerpo y mente. Todo es un vacío con quienes se hacían llamar mis padres.

Esas personas recibieron un título que no les correspondía. Pensé que llegarían a merecerlo, pero tampoco. Si las personas piensan que soy un monstruo, entonces aquella familia que me han adoptado son el mismo diablo.

—No mentí —susurré mi declaración hacia el silencio de la habitación. El marcador en mi mano se vuelve caliente por la fuerza que ejerzo—. No mentí —vuelvo a repetir.

Enséñame la esencia de tú arte ✺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora