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2014:

—¿Puedes dejar de observarme de esa manera, Mar?

El viejo no puede pedirme eso, mucho menos luego de lo que me ha pedido y que de ninguna jodida manera lo haré. Está traspasando un límite.

—¿De verdad esperas que sumerja mi mano...ahí? —señalo con mi cabeza la caja de cristal que muestra lagartijos en el interior.

—Sí.

—No lo haré.

—Entonces, llamaremos a tu hermano.

—No puedes chantajearme. Un psicólogo no lo tiene permitido. Voy a quejarme, y haré que te despidas de tu licencia. 

—Es cierto, no debería hacerlo, pero no soy como un cualquier psicólogo y sinceramente, chantajearte en este momento ayuda a tu salud mental. Así que...

—No creo que ese argumento funcione. ¿Dónde quedo tu ética profesional?

—Sigo teniendo ética profesional, Mar. Mi método de ayuda en este momento es para mejorar y fortalecer tu...

—Bla, bla, bla.

>>De todas maneras, creo firmemente que en ocasiones debemos ignorar la moral y la ética para ayudar a otros. Los métodos dictados y moralmente bien vistos en ocasiones no son lo que necesita una persona. No por eso soy menos que otros, mi propósito sigue siendo el mismo; ayudarte a superar tus obstáculos, y mi método no pone en riesgo tu salud física ni mental, por lo que...

—De acuerdo, viejo, no tienes que darme una charla —lo interrumpo.

Me provoca un poco de gracia verlo suspirar hondo y contar en voz baja hasta diez. La caja de cristal vuelve a llamar mi atención y me estremezco al ver los lagartijos verdes moverse. Según el viejo, meter mi mano dentro de la caja ayudará a superar mi miedo hacia esos reptiles que para mí son dinosaurios.

Esta demás de aclarar que no estoy de acuerdo.

—No voy a hacerlo, viejo.

—Entonces, llamaremos a tu hermano. Estoy seguro de que estará encantado de verte.

—Lo odio.

Se encoge de hombros y lo veo acercarse a la caja de cristal. Les echa un vistazo a los dinosaurios antes de sonreír y observarme entusiasmado.

—Vamos, Mar. Podrás hacerlo.

—No podré.

—¿Qué hablamos sobre tu negatividad?

Suspiro.

—No puedo hacerlo, viejo. Hablo en serio.

—Podrás. Solo tienes que meter tu mano por el hueco.

—Prefiero morir antes que eso.

—No es gracioso.

Ruedo mis ojos y me aparto un poco más de la caja.

La verdad es que confío en Leonard. Sé que no me dará ningún reto que vaya a lastimarme, y hasta ahora...todo parece un poco mejor.

¿Pero meter mi mano dónde están esos demonios? No, gracias.

—¿No podemos hacer otro ejercicio? ¿Qué tal lo del papel en blanco o...?

Niega con su cabeza.

Enséñame la esencia de tú arte ✺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora