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Finales del año 2014:

Mis ojos no pueden apartarse de la pared blanca. Es interesante el contraste pálido y llamativo que se muestra por los objetos verdes que están alrededor. La sencillez y elegancia. Lo que puedes percibir con solo un vistazo. Es como si transmitiera una esencia de armonía y tranquilidad. Un lugar lleno de paz...

Por esa razón, la molestia entra en mí al instante.

Soy un caos de color negro que arruina el lugar. Una mancha en la pared. Un desastre acechando todo a su paso.

¿En qué momento de mi vida comencé a sentirme de esa manera?

¿Cómo permití verme a mí misma como la oscuridad?

Lo curioso de esto es que el negro y la oscuridad no solían asustarme, eran cosas insignificantes con las que podía vivir sin problema.

Hasta que esas cosas se convirtieron en mí.

—Señorita Valencia...

Aparto mi vista de la pared que ahora considero mi enemiga. Mis ojos se detienen en el hombre de cabello castaño y rostro inundado de cansancio. Es un viejo. Es ofensivo que traten de arreglarme con un hombre que en cualquier momento puede morir de un infarto.

—No quiero estar aquí —murmuro con voz temblorosa—. La pared puede llegar a odiarme.

Mis palabras parecen provocarle intriga y eso también es molesto. No soy un maldito experimento o algo con lo cual divertirse. No necesito que este intrigado en mí.

—¿Por qué la pared te odiaría?

Dirijo mis ojos hacia el lugar que menciona. La pared blanca, cargada de paz.

—Puedo mancharla. Es una obra que puede arruinarse y dañarse en cualquier momento.

Se mantiene en silencio.

Incluso al viejo puedo llegar a dañarlo. Puedo hacer que me tenga miedo. Provocar que se aleje de mi alrededor.

Mi vista vuelve al viejo psicólogo cuando este se ubica de pie. Él camina hacia la pared y la observa por unos segundos. Luego, se inclina hacia su escritorio, busca un marcador negro y vuelve a su posición anterior. Sin previo aviso, comienza a pintar la pared. Traza la tinta negra por todo el color blanco. Hace líneas y círculos. Una obra de arte que no logro comprender.

Mis ojos se inundan de lágrimas.

Ese era mi trabajo. Lo ha sido desde que fui una mujer dañada. Era mi deber arruinar la pared como un recordatorio de lo que soy.

—Observa eso —apunta lo que realizó—. Antes era una pared brillante y bonita. ¿Cómo puedes describirla ahora?

Lo observo con acusación.

—Está dañada —murmuro—. La dañaste. Ahora es un desastre. ¡Hiciste de una obra de arte una imagen espantosa!

Sonríe y niega con su cabeza.

Enséñame la esencia de tú arte ✺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora