Sus diecisiete

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-¡Alisa! ¡Alisa! ¡Te quieres levantar ya! Que vas a llegar tarde a clase, y esta vez no creo que Mark y Selene te esperen. - Laila llama a su hija, que despierta de golpe.

-¿Queeee?- la chica da un salto de la cama y se pone en pie- Madre, ¿por qué no me ha llamado antes?

-Alisa, hija, llevo más de media hora llamándote- dice su madre, tirándole una rebanada de pan y un pedazo de queso.- Ah por cierto, que lo olvidaba, ¡feliz cumpleaños!- se acerca a ella y le planta un beso en la frente- Madre mía, diecisiete años ya, como pasa el tiempo- Se le llenan los ojos de lágrimas.

-Es verdad, si hoy es mi cumpleaños- se da una palmada en a frente- y yo sin acordarme, que desastre soy...-besa a su madre en la mejilla y se acerca a la puerta- Me voy- dice con la boca llena de pan y queso.

Al llegar a la plaza del pueblo se encuentra con sus dos amigos, Mark y Selene, que la llevan esperando un largo rato.

-Que sea tu cumpleaños no quiere decir que tengas que llegar más tarde que los demás días- Selene está muy seria, parece enfadada, pero Alisa sabe que solo intenta fingir, la conoce desde hace demasiados años- Ahora nos toca correr, como siempre.

Los tres amigos echan a correr por una de las calles que salen de la plaza hasta llegar a la puerta de la  escuela. Miran por la ventana y ven a todos sus compañeros sentados en sus sitios, pero ni rastro del señor Welden. Los tres chicos se miran y se sonríen pasando rápidamente a sentarse en sus respectivos pupitres. Pero…

-Mark, Selene y Alisa, ¿otra vez llegando tarde?- se giran y ven a el señor Welden tras ellos, mirándolos muy enfadado- Otra vez llegando a estas horas y ya no tendréis que preocuparos por llegar tarde a clase, porque estaréis los tres expulsados.

- Señor Welden- Alisa ha puesto su cara de corderito y mira al profesor con cara de pena- Lo siento, ha sido culpa mía, no los castigue a ellos- Por desgracia para el señor Welden, no puede resistirse a esa carita y suspira.

-Bueno, señorita, os la dejo pasar. Pero hoy después de clase os quedareis a limpiar el aula. Los tres- Mira a los tres chicos que se están sentando en sus pupitres y que se sonríen entre ellos, otra de la que se han librado gracias a la carita de Alisa.

***

Al terminar las clases, los tres amigos se quedan limpiando el aula, como otros tantos días.

-Será tu cumpleaños, pero no te libras de limpiar ehh- Mark ríe y contagia a ambas chicas. Es un chico muy risueño de la edad de Alisa, y tiene el pelo negro como el carbón y unos ojos azul claro con los que tiene enamoradas a todas las chicas del pueblo. A todas menos a la que él quiere, Alisa. Su gemela, Selene, es todo lo opuesto a él, es tan rubia que cuando el sol se refleja en su pelo parece de oro, en cambio sus ojos son tan negros que no se distingue la pupila en ellos, son como un agujero negro que te penetra cuando se enfada. Los hermanos son huérfanos y viven con su tía-abuela Adeleit. Y tienen la edad de Alisa.

Entre risas y limpia que te limpia, los amigos acaban empapados y cuando salen a la calle se quedan helados.

-Corramos a mi casa, allí nos calentaremos- dice Alisa mirando a sus amigos que les castañean los dientes. Además, Selene, seguro que a mi hermano no le queda mucho para salir de trabajar- giña un ojo a su amiga que se ruboriza y echan a correr seguidas de Mark.

***

-Felicidades enana- dice una voz masculina tras ellos que les hace girarse. Tienen la cara rojísima por el fuego de la chimenea, pero sus ropas siguen mojadas- ¡Pero si estáis empapados!- se ríe, con esa risa suya tan inconfundible y encantadora. Es Marcos, el hermano mayor de Alisa que le tiende un paquete mal envuelto- Toma, este es tu regalo. Lo he estado haciendo en la carpintería, espero que te guste. Y cuando quieras, te enseño a usarlo.

Ella. La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora