Prólogo

182 11 0
                                    

La casita estaba de fiesta, todos celebraban el nacimiento de una preciosa niña de oscuros cabellos y ojos marrones, igual que su padre. Su nombre, Alisa. Todos los presentes observaban al pequeño niño de cinco años dar vueltas alrededor de su vieja cuna donde ahora descansaba su pequeña hermanita. El niño tenía el cabello como la pequeña pero había sacado los ojos azules de su madre.

La casita era pequeña, un poco destartalada por fuera, pero muy cálida y acogedora por dentro. Aunque era un frio y nevado día de finales de Octubre, a la familia que estaba allí reunida no le importaba lo más mínimo, eran muy felices. En la casita se encontraban Luke y Laila, los padres de los niños; y Clarise y Mike, la hermana de Laila y su marido. No había muchos alimentos sobre la mesa, pero a ellos no les importaba, estaban demasiado embobados viendo lo felices que eran los pequeños.

Este feliz hogar se encontraba a las afueras de un pequeño pueblo llamado Albaniz, apartado de todo, o de casi todo. Cerca del pueblo se encontraba un tenebroso pero lujoso castillo. Era la residencia de Atlas, un rey tirano y corrupto que gobernaba el pueblo codiciosamente a costa de este. El reino vivía en miseria y las gentes cada vez trabajaban más por menos; pero era una cosa que a este tirano le traía sin cuidado.

***

La familia rodeaba la chimenea, donde un gran fuego repiqueteaba. Pero entonces alguien llamó a la puerta.

-¿Quién será a estas horas?- preguntó Luke acercándose a la puerta. En el momento en que tocó la manivela, la puerta salió disparada hacia atrás, arrastrándolo y estrellándolo contra la pared.

-¡AHHHH!- Laila corrió hacia el cuerpo sin vida de su marido, cayó de rodillas a su lado y se puso a llorar apoyada en el cuerpo.

En ese momento, dos hombres encapuchados entraron a la casilla. Llevaban unas largas túnicas que los cubrían de cabeza a los pies. Se acercaron a la cuna de Alisa y el más alto la tomó en brazos mientras esta lloraba y pataleaba. Mike corrió hacia ellos, pero fue en vano, el otro encapuchado le cortó el paso y lo agarró por el cuello apretándolo tan fuerte hasta que se oyó un crack, Mike cayó inerte al suelo. Clarise produjo un grito ahogado que se unió a los llantos de su hermana y de su sobrino que había ido a refugiarse bajo su madre. Entre los lloros de toda la familia, los encapuchados elevaron a la niña y pronunciaron unas palabras que no entendió ninguno de los presentes. Cuando acabó de pronunciarlas, en la tripa de la niña apareció una marca de media luna con una estrella al lado que comenzó a brillar con un tono plateado.

Los encapuchados dejaron a la niña sollozando en la cuna y se desvanecieron en el aire, como si nunca hubieran estado ahí. Aunque sí habían pasado muchas cosas, tenían dos cadáveres en la casita.

Ella. La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora