F1 One Shots

Max 🧡

Me desperté por culpa de la luz cegadora que atravesaba mis párpados. Tenia la boca seca y parecía que algo dentro de mi cabeza martilleaba.
Abrí los ojos poco a poco haciendo sombra con la mano. Por un breve momento de desorientación no supe donde estaba. Mire a mi derecha y vi una gran espalda. ¿Con quien coño me había metido en la cama?.

Mierda, estaba completamente desnuda al lado de un desconocido, con una resaca de mil demonios y era tarde de cojones, mi padre me iba a matar.

Me deslice con cuidado fuera de la cama para no hacer ningún ruido. Lo último que quería era despertarle y tener una conversación incómoda de con él. Recogí lo más rápido que pude mi ropa del suelo y entre al baño.
Me lave la cara, hice pis y me vestí.

Al salir, ya dispuesta a irme, no pude evitar echar un vistazo al tío que dormía plácidamente en la cama. Al menos era guapo.

Baje y corrí por el vestíbulo del hotel mientras llamaba a un Uber para que me viniera a buscar. Necesitaba darme una ducha y tomarme una aspirina, todo eso en tiempo récord para no llegar tarde a la comida con mi padre.

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Me senté en la mesa aún con las gafas de sol puestas y con la sonrisa más falsa que me salió poner en el momento. Ese iba a ser un día muy largo.

Por lo menos mi padre estaría suficientemente distraído con sus negocios para prestarme atención.

Había querido que acudiese a la comida. Iba a cerrar un trato importante y quería que me fuera metiendo en el negocio y así madurar de una vez. Si supiera lo que estuve haciendo esa noche y donde me había despertado por la mañana ahora mismo el cuchillo con el que cortaba la carne estaría en mi cuello.

Odiaba los negocios de mi familia, bueno odiaba los negocios de todo tipo y me jodia todavía más tener que aguantar toda esa cortesía fingida. Como si una puta comida me fuera a convertir en Steve Jobs.

Cuando sirvieron los postres vi mi momento de escapar. Me disculpe ante todos con el pretexto de que me dolía la cabeza, cosa que no era del todo mentira, le dije a mi padre que mañana le vería en la pista y salí de allí lo más rápido que pude.

Me pasé el resto del día en la piscina del hotel rezando para que se me pasara la resaca y recordando la noche que había pasado con aquel extraño.

No podía parar de revivir sus caricias, sus labios en mi cuello y la seguridad con la que agarraba mis caderas. Parecíamos dos piezas de puzzle que encajaban a la perfección. Involuntariamente aparecieron esas extrañas cosquillas en mi estómago.

Habíamos sido dos extraños con una conexión inexplicablemente increíble.

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Cuando sonó la alarma al día siguientes quise estampar el teléfono contra la pared. Pero, en realidad, ese plan si me apetecía.

Pedí el desayuno en la habitación, me duche, me prepare y conducí hasta la pista.

Ya que estábamos en Austria por negocios en temporada de Fórmula 1, mi padre había aprovechado para ir a verlo. Era mi primer Gran Premio y estaba emocionada e intrigada.

Me encontré con mi padre y ambos nos sentamos para ver la carrera. Todo estaba yendo bien, hasta que saco el tema.

- Cuando vas a entrar en la empresa familiar. -

Bufé molesta.

- No se si a tu negocio se le puede llamar empresa. -

- También es tu negocio. Y claro que es una empresa, tu abuelo la fundó y hay que continuar el legado. -

Me estaba empezando a cabrear.

- Y porque no la hereda Jack. Es el primogénito. -

Dije con tono de burla.

- Tu hermano esta ocupado siendo un hombre exitoso. Tu, sin embargo, no paras de vagear. La vida no es siempre alcohol y fiestas. -

Apreté las manos con fuerza y me mordí la lengua.

- No me gusta trabajar en el negocio familiar. -

Dije con los dientes apretados.

- Y entonces que coño pretendes hacer. Deja de ser una puta cría y madura de una vez. -

No me lo podía creer. Estaba yendo el día tan bien. Le fulminé con la mirada verdaderamente dolida por sus palabras y me levante de allí. No quería estar ni un minuto más a su lado.

Di una vuelta para tranquilizarme y me apoye en la barra de un pequeño bar al descubierto a tomar una cerveza.

Las palabras de mi padre se repetían en mi mente. Le odiaba, pero odiaba más que tuviera cierta razón. No podía seguir así. Aprovechaba los privilegios que el apellido y el dinero de mis padres me daban, sin importarme nada. Me pasaba más días borracha que sobria a la semana. Y muchas veces me la jugaba.
Pero es que ¿sino que cojones iba a hacer?.
Estaba increíblemente perdida.

Escuché aplausos y vitoreos e intuí que la carrera había acabado. A mi ya no me importaba, se me habían quitado las ganas.
Además, la paz terminó cuando oí la voz de mi padre.

- Y/n, estas aquí! Ven quiero presentarte a alguien. -

Me gire dispuesta a enfrentarle y mandarle a la mierda, pero me quede helada cuando vi a quien tenía a su lado.
No era uno de sus amigos de negocios, no. Era el tío con el que me había acostado un día antes. Un puto piloto.
Y a juzgar por su expresión al verme él también se acordaba de mi.

- Este es Max Verstappen, el piloto de Red Bull y ganador de la carrera. -

Me dijo mi padre con una sonrisa en la cara. Joder encima de ser piloto, era uno bueno.

- Encantada. -

Le dije intentando disimular la incomodidad.
Antes de que él pudiera decir nada mi padre lo interrumpió.

- Es y/n, mi brillante hija. -

"brillante", joder como había cambiado la cosa.

Max abrió los ojos como platos cuando mi padre puntualizó lo de ser su hija. Al parecer eso era lo que más le sorprendía y ¿acojonaba?

- Es un placer. -

Dijo. Si si, seguro.
Mi padre rompió el silencio incómodo.

- Y/n que bien que te encuentro. No te lo dije ayer porque no estaba seguro todavía. -

¿De qué cojones estaba hablando?

- He comprado la mitad del equipo de Red Bull. -

Me quede paralizada. Mi cabeza empezó a funcionar a mucha velocidad y de repente lo entendí.
Mire a Max y el me devolvió una mirada cómplice. Él lo había pillado nada más verme.

Me acaba de acostar con Max Verstappen y ahora mi padre era su jefe.
Y lo peor de todo era que no me hubiera importado repetir.