F1 One Shots

Charles ❤

Ser de Mónaco y no conocer el nombre de Charles Leclerc era un delito.
Considerado prácticamente príncipe de la ciudad era uno de los nombres que más se escuchaban.

Charles esto, Charles lo otro. Estaba harta. Ni me gustaba la Fórmula 1 ni el niño de la cara bonita.

Cada vez que era finde semana de gran premio no podía dormir a causa del maldito ruido que esos trastos hacían. Y no te confundas, me encantaban los coches pero no precisamente esos.

Todas absolutamente todas mis amigas estaban enamoradas del monegasco de Ferrari. Y por donde iba todo el mundo le aclamaba. Apostaba lo que fuera a que nadie le había dicho que no a nada. Y por eso era tan capullo.

Solo había tenido el honor, nótese el sarcasmo, de cruzarmelo una vez, y con eso fue más que suficiente.
En un restaurante se dedico a ser un pedazo de gilipollas con los camareros y, si me preguntas a mi, sin motivo aparente.

Desde ese día odiaba que una persona tan imbécil fuera tan idolatrada por un puto país entero como si fuera una especie de dios o algo.

En Mónaco había mucha gente con dinero y por ello había mucha gente que se creía con derecho a hacer lo que quisiera y a tratar a la gente como quisiera. Pero entre toda esa carroña podías encontrar a gente distinta, como mi familia.

A pesar de estar podridos de pasta ninguno de nosotros eramos unos capullos. Siempre habíamos tratado a la gente con respeto y no nos creímos superiores al resto. Además, teníamos los pies en el suelo y sabíamos lo que era trabajar para ganar dinero.

Cada vez que veía su estúpido Ferrari costumizado aparcado en algún sitio me daban ganas de reventarlo con un palo de golf. Todo en ese tío gritaba mirarme soy famoso, se conducir alabadme.

Hasta el puto rey le tenía como un mejor amigo. Como si la amistad entre un chaval de 24 y un tío de 64 años fuera súper natural y nada forzada para las cámaras.

Por eso no esperaba acabar en su cama aquella noche después de coincidir en una fiesta cualquiera.
Y es que Charles Leclerc podía ser el mayor capullo del mundo pero sabía como follar bien.