Intermediario [IwaKageOi]

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Kageyama se sentía cálido, todos los músculos de su cuerpo se encontraban relajados, sentía que se hundía en la suave superficie en la que estaba recostado, se rehusaba a abrir sus ojos, no quería perder aquella comodidad, aunque la cálida luz tras sus párpados le incomodara levemente, solo bastó un gruñido por parte de Kageyama para que la luz volviera desaparecer.

"Quieres dejar de jugar con las persianas, mierdakawa, lo despertarás." Una roca voz mañanera irrumpió en el silencio de la habitación.

"Vamos Iwa-Chan, sabes lo deliciosa que se ve esa piel con la luz del sol sobre ella."

Kageyama se removió soltando un quejido, su cuerpo zumbo ante la mano que tomaba y acariciaba tan suavemente su cintura, Kageyama siguió a tientas aquellas caricias, queriendo más de ello, aún con sus ojos cerrados y cerebro sumergido en una cálida bruma, se giró para refugiarse en el fuerte cuerpo que se encontraba tras el, era tan cálido, estaba contra piel expuesta la cual desbordaba calor y un nítido olor masculino. Gimió a gusto contra aquella piel y alojó su rostro contra el cuello contrario, un firme brazo le rodeo atrayéndolo aún más a aquel calor, acogiéndolo contra si, se sentía tan bien, hace mucho que no se sentía así de cálido, así de suave, Kageyama adora las cosas cálidas y suaves.

"Es extraño ver a Tobio-Chan sin el ceño fruncido, su rostro incluso se ve más juvenil, más suave." Largos dedos acariciaron su rostro con delicadeza, recorriendo sus mejillas y delineando sus cejas para detenerse a recorrer su pequeña nariz.

"Tenemos a un chico bastante precioso aquí." Esa ronca voz de nuevo. Y...

¡Y...!

Kageyama abrió sus ojos rápidamente, solo para encontrarse con dos pares de ojos sobre el, verde y castaño le dieron los buenos días, los muy buenos días. No había sido un sueño, aquellas voces, aquellas voces eran de Iwaizumi y Oikawa, ellos estaban allí.

"Buenos días, Kageyama." Iwaizumi le sonrió.

Y Kageyama quiere llorar, porque aquel hombre frente el, Iwaizumi Hajime, era lo más precioso que lograra ver en su insignificante vida, con su azabache cabello aún más desordenado de lo habitual, su fuerte quijada siendo delineada por la mañanera luz del sol, sus espesas cejas marcando sus fuertes rasgos y esos ojos, Kageyama podía ver ápices azulinos y grisáceos en aquel verde pálido, y el iba sin camisa, Kageyama había estado pegado al fuerte y musculoso pecho descubierto de Iwaizumi.

Y, definitivamente le gustan los chicos, y no es Asexual, son cosas que había aprendido de si mismo. Aquellas preguntas sin respuestas que se hacía desde hace meses, fueron contestadas en tan solo horas.

"¿Respiras, Tobio-Chan?" La burlona voz de Oikawa le trajo a la realidad, acostado en una cama con Iwaizumi Hajime y Oikawa Toru.

No se giró al castaño, algo le decía que no podría con una versión mañanera de Oikawa Toru, no podría con su desordenado cabello castaño, ni sus rasgos a la luz del sol, ni sus preciosos ojos adormilados, no estaba preparado para ello.

"B-buenos días Iwaizumi-San." Susurró sin poder despegar su vista de aquellos lindos ojos.

Iwaizumi ensanchó su sonrisa acariciando el cabello del menor con suavidad "¿Dormiste cómodamente? No quisimos despertarte, te veías tan tranquilo, tu cuerpo colapsó ayer, eres bastante sensitivo."

Kageyama sintió sus mejillas arder, los sucesos de hace unas horas llegaron hasta el como un rayo, un rayo partiendo un árbol en dos, para luego desaparecer dejando al pobre e indefenso árbol encendido en fuego. Así estaba Kageyama ahora mismo, encendido en fuego, con el fantasma de las manos y labios de los mayores en su cuerpo; las manos de Oikawa tomando su cabello, haciendo presión en su cuello, esos labios que lo devoraron sin piedad alguna y esos dedos. Los labios y dientes de Iwaizumi que seguramente le hayan marcado completamente, seguramente tendría aquellos dedos marcados a fuego vivo en sus caderas, el sabor de su semilla en su boca y el roce de la punta de su grueso miembro en sus labios.