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-¡BIEN MIERDA!

José festejó en su sitio, mientras miraba la cara desilusionada de su amigo.

-¿Qué tal Fede? ¿Te comió la lengua el ratón o qué?

El chico resopló. Se levantó de la cama sin decir nada y por poco estrella el control contra el piso, pero se contuvo.

-Buena pelea, Lescano.- resopló él.

Le ofreció su mano sin dirigirle la mirada.

-Igualmente, García. Gracias por dejarme ganar.

José le guiñó el ojo. Esto solo hizo que Federico se sintiera peor.

-No creí que fuera difícil cumplir con tu parte de la apuesta. Ya sabes, "todas caen en tu red..."

-Lo sé, lo sé. Cumpliré con conseguirte el número de Kyara. No soy un idiota.

-Eso espero- sonrió José -Eres un idiota con valores.

Le dió una palmadita amistosa en el hombro, mientras la cara de frustración de Fede se hacía evidente.

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Al día siguiente, los alumnos se levantaron como de costumbre y marcharon directo al comedor, en donde un aura de incertidumbre se percibía al entrar. Habían surgido rumores de que una figura importante visitaría el colegio pronto.

-Hey, chicas.

Arnold vino corriendo tras Elena y Kyara, que se sobresaltaron al verse sorprendidas por su pronta aparición.

-¡Oye!- lo reprochó Elena enojada, mientras le daba un golpe en el brazo -¡Casi haces que bote la comida!

-Hablas como si no hubiese toneladas de comida en los mostradores- señaló Kyara -Si se te cae algo, puedes buscarlo allá. Este lugar es un lujo.

-Ella tiene razón. A veces parece un hotel de cinco estrellas.

-Pues, yo odio desperdiciar la comida, y no quiero darle trabajo extra al personal.

Kyara y Arnold se encogieron de hombros y asintieron.

-Para eso les pagan, ¿no? Para hacer su trabajo- dijo una voz chillona desde la espalda del grupo.

Cuando los chicos se volvieron para ver la procedencia de aquel comentario, vieron a Nayra junto a Emilia, esta última muy nerviosa y avergonzada, ya que parecían haber llamado la atención de la mayoría del comedor.

-¿Otra vez tú? ¿No te bastó con la sacada de mierda que te dimos la otra vez?- dijo Kyara, sin titubear.

-No recuerdo nada de eso- respondió Nayra, rodando los ojos como canicas -Yo solo vengo aquí a recordarle a su amiga cual es su lugar.

Los chicos se miraron con pereza.

-¿Hasta cuando dejarás de jugar a ser la mala, Humala?

-Yo no soy la mala aquí. Debería ser ilegal dejar entrar a indignos. ¿No se dan cuenta que ellos no son merecedores de cargos como los de nuestros padres?

-¿Sabes qué Nayra? Tienes razón.

Kyara la mira sonriente. Nayra se mostró sorprendida por un momento, pero luego esbozó una sonrisa burlona.

-Ajá, hasta que recapacitas, Kyara. ¿Ven? Hasta ella lo admite. Haremos una campaña para que los boten a todos de aquí.

-Tienes razón, porque ellos merecen más que los méndigos puestos de nuestros padres en el gobierno.- refutó Kyara.

LOS HIJOS DE LA CORRUPCIÓN - Federico Danton y Kyara FujimoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora