02

412 65 5
                                    

Amaneció.

Estaban envueltos en ambos cobertores, con menos frío por los calurosos rayos del Sol.

Como siempre, Ryūnosuke era el primero en despertar y había dejado a Atsushi bastante abrigado, mientras él preparaba desayuno con  las pocas cosas que tenían.

— Sólo pan, leche y huevos... Con un huevo y un pan bastará para los dos. Debo guardar lo demás para después.

Dijo a sí mismo, mientras empezaba a cocinar. Ya estaba acostumbrado a tanta miseria, pero seguía sintiéndose triste por eso. Sólo por ser huérfanos, ni él ni su hermano tenían el derecho de trabajar, y su edad tampoco era bienvenida para ser contratados.

Atsushi se despertó con el fuerte sentido del olor que tenía al tener la habilidad de tigre. Miró que Ryū ya estaba con el desayuno, y se levantó a ayudarle, pero ya había terminado.

— Ryū... Tienes toda la semana haciéndole el desayuno, ya me toca a mí.

Dijo avergonzado, tomando asiento en el suelo, sobre unos tapetes rotos. El azabache hizo lo mismo.

— Lo hagas tú o lo haga yo, es lo mismo. No hay más para comer. 

— Tienes razón...

De repente, se escucharon voces a las afueras de su cabaña. Voces masculinas.

GEMELOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora