𝑨𝒄𝒕𝒐 𝑰𝑰

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—Quiero que acompañes a Xiao y lo ayudes a superar su soledad

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—Quiero que acompañes a Xiao y lo ayudes a superar su soledad. Aunque no le interesan ese tipo de tema,s y aún así sufre en silencio.

—¿Cómo se te ocurre?

—¿Qué?

—Sabes, intento entender el propósito de mis acciones o de mi vida a través de lo que soy, pero no sé si tengo el suficiente intelecto para que otra persona intente abrirse. Hay cosas de lo que los humanos no somos capaces de entender y reflejar una vida positiva.

—No quiero que le enseñes, quiero que le muestres. La verdadera naturaleza de Xiao no es tan normal como la que un humano describiría.

—Con que Xiao. Incluso si te digo que me puso una lanza en la garganta sin conocerme, ¿crees que me haría caso?

—Su actitud puede ser como la de un león en llamas, pero en su interior solo es alguien que busca ser amado sin mostrarlo.

Bajo la mirada y aparto a Zhongli para bajarme. Entonces, ¿quién me ayuda a mi? Será el mismo ciclo de antes, cuanto más deseo sostener algo siempre quiere irse

—Lo intentaré

— Espero mucho de ti.

Caminé sin una respuesta que decir. Solo caminé normalmente a través de la gente como suelo hacerlo, nadie se percata de mi presencia.

—Odio este lugar.

Sólo sé que paré frente a la puerta de mi pequeña casa un poco apartado del ruido de Liyue. Alguna vez sentí que se parecía a mi antiguo hogar con esa oscuridad y silencio.

—Al fin te encuentro. —una pequeña sonrisa me deja helada frente a la puerta de mi casa.

—Nunca te cansas de molestarme en mi tiempo libre, Childe. —volteo la mirada y la punta de sus dagas se pone contra mi garganta —Apoco tu también piensas que ponerme un arma en mi garganta va a solucionar algo. Childe, no quiero unirme a tu ejército de Fatuis.

—Sabes que soy muy insistente. —agarra el mando de sus dagas y me pone contra la puerta— Además no quiero que te unas porque eres fuerte y astuta, sino porque debes pagar tu deuda conmigo.

—¿Que deuda?

—Ahora te haces la tonta. No me hagas repetirlo o te corto el cuello.

—¿Hablas de aquella estúpida batalla en la que me salvaste?

—Te ayudé a infiltrarte en una base secreta de los fatuis y conseguiste lo que querías.

—Tú me traicionaste a mi imbécil.

—¿Sabes en la posición que estás ahora? —agarra mi cuello y me lanza hacia el suelo. Pongo mis manos sobre el pasto y trato de levantarme. Childe se pone sobre mi y me pisa los brazos con sus piernas.

—¿Y qué? ¿Ahora tienes suficiente poder para tratar de matarme? A nadie le importa mi existencia, si me matas nadie se dará cuenta.

— No quiero hacerte daño, pero si me lo propongo lo haré.

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora