XXXVI: Treinta monedas de oro

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Besos y toqueteos consentidos y placenteros saturaban el despacho del rey esa tarde que rozaba la noche

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Besos y toqueteos consentidos y placenteros saturaban el despacho del rey esa tarde que rozaba la noche. El perfume de sus feromonas esparcidas por el aire creaba la atmósfera perfecta para el disfrute de los protagonistas de aquel acalorado encuentro.

Debajo del alfa, se encontraba JungKook, con su espalda recostada sobre la superficie de cuerpo. Probaban sus labios como si fueran el mismísimo manjar de los Dioses al tiempo que TaeHyung le daba caricias ascendientes a sus muslos y caderas desde hacía ya unos cuantos minutos.

La camisa de JungKook ya se encontraba mayormente desamarrada y desacomodada, dejando ver una porción considerable de aquella suave piel que a TaeHyung le fascinaba besar.

JungKook suspiró extensamente, casi palpando el aroma a vino y pistacho de TaeHyung impregnándose en cada centímetro de su dermis. Las caricias entregadas lo tenían flotando en las nubes, sin mencionar que los besos cálidos y húmedos que el alfa le regalaba con tanta pasión, se habían desplazado hasta su cuello, donde se intercalaban con mordidas suaves que jaloneaban su piel sensible al punto de hacerlo sentir escalofríos placenteros por todo su cuerpo.

—Hay que irnos —susurró JungKook con una pequeña sonrisa risueña dibujada en su rostro y los ojos entrecerrados por la atención.

TaeHyung descubrió el pecho de JungKook para expandir su zona de exploración, dejando a la vista el próximo objetivo de sus atenciones.

—No, aquí está bien —simplificó el alfa. Fue directo al rosado botón izquierdo del omega, humedeciéndolo lentamente como él ya sabía hacer.

El omega rio mordiéndose el labio por las cosquillas que le ocasionaba. Apretaba la cabellera de su acompañante entre pequeños intervalos de tiempo; sabía que a TaeHyung le gustaba que lo hiciera. Arqueaba su espalda de vez en cuando y sus piernas estaban a cada lado del cuerpo ajeno y una de ellas estaba enganchada a la cintura de TaeHyung para hacer la distancia que los separaba casi inexistente.

Por su lado, TaeHyung no podía pensar en otra forma de tener al omega que no fuera esa, no cuando JungKook se había presentado ante él vistiendo con esa ropa tan ligera que resaltaba cada parte de su torneado y apetecible cuerpo. No podía resistirse a palmar con sus propios dedos todo lo que la posición le permitía.

—Podrían interrumpirnos. —JungKook mojó sus labios—. En cambio, s-si vamos a otra parte...

Cortó su habla cuando TaeHyung siguió descendiendo, levantando y sacando del camino la camisa del omega para dejar todo su abdomen al descubierto, donde repartió más besos.

Los ojos de JungKook viraron al techo, apretando los labios. Apreció el bello color de la luz vespertina colarse por las ventanas despejadas, pintando todo el lugar con ese cálido color anaranjado y agradable, ese mismo que estaba haciendo de sus pieles su lienzo.

—¿Niegas que viniste vestido así con estas intenciones? —murmuró TaeHyung roncamente tras separarse del beso para dejar varios en la mandíbula—. ¿Mmh?

The Royals © Taekook ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora