[Prólogo]

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Se había cambiado más de una vez su atuendo, ya que iba a salir a ver a Cream y a su Madre en un puesto de comida; quería ponerse algo sencillo pero le resultaba difícil. Era extraño para ella ese comportamiento cada que iba a salir con Cream o ir de compras, siempre se quería verse bien aunque más bien para otra persona; si es que llegase a estar.

Era más de medio día, un hermoso Jueves para empezar. Ya ha pasado más de un mes que no ha habido problemas desde la última derrota del Dr. Eggman; el más conocido erizo azul acompañado de su mejor amigo se han encargado de investigarlo a fondo sus futuros planes y que estuvieran listos cuanto antes de un ataque.

Amy se dispuso a ayudar a los refugiados desde el último ataque junto con Gemerl hace días atrás; sobre todo el robot se había dispuesto a proteger a la conejita, ya que era algo obstinada con ir a defender a los demás, algo que ciertamente no fue aprobado por su madre.

La eriza se había decidido al fin en llevar unas zapatillas color castaño parecido a la miel, una falda color negro que llegaba hasta las rodillas y junto con una blusa color anaranjado que dejaba ver sus hombros; para su estilo era nuevo y no tan común en ella, pero le gustaría impresionar si se llegase a ver con cierto erizo azul.

Salio de su casa sin antes ver que estuviera bien cerrado, y así se dispuso a ir en camino hacia la pequeña familia de las conejas.

Durante su camino paso su vista hacia los pequeños prados que venían junto a los hogares que habitaban familias o simples parejas; de cierto modo le preocupaba que pasaban varios días sin problemas que provenían del científico loco. Sentía que debía estar feliz pero al mismo tiempo siempre estar alerta, no debía estar tan confiada; aunque eso no le debía quitar su tranquilidad del día, debía disfrutar el momento como ahora junto con sus amigas más cercanas. Sonrió con calidez ante ese pensamiento.

—¡AMYYY!

Sus pensamientos se detuvieron cuando escucho que una niña gritaba su nombre alegremente, miro al frente y detectó que era su más cercana amiga Cream, quien estaba con su madre y para su sorpresa también Gemerl; la estaba saludando a lo lejos, suponía que la había visto llegar. Adelantó su paso para llegar más rápido hacia ellos y saludarlos.

—Perdonen si llegué tarde, no había pensado que tal vez ya estuvieran aquí. —se disculpó rascándose la cabeza junto con una risa nerviosa.

—No te preocupes, acabamos de llegar también. —respondió Vanilla con una sonrisa amablemente.

—Llegamos hace aproximadamente 3 minutos antes. —aclaró Gemerl.

—Gracias por la aclaración Gemerl. —dijo Amy mientras se sentaba. —Por cierto, no me esperaba que vinieras.

—Quería acompañarlas a que no les pasara nada y ayudarlas en lo que necesitaban. —confirmo.

—Es muy gentil de tu parte. —respondió con un sentimiento de ternura hacia sus palabras. Sabía que las conejas no estaban listas para combatir si se presentaba un ataque.

—No te sientas preocupado Gemerl, vamos a estar bien. —comentó Cream con simplicidad.

—Tengo que protegerlas, más a ti.

La eriza rosada miraba con gracia y ternura la escena del robot y la pequeña conejita, llegó a admirar una vez la valentía de Cream en varios ataques a pesar de ser menor todavía y no tener tan buenas habilidades de combate; siente que podría cambiar de parecer a los futuros enemigos debido a su personalidad como lo hacía ella.

—De hecho Amy, me sorprende tu nuevo atuendo que llevas puesto. —expresó Vanilla.

—¡Oh, muchas gracias, es que me agrado mucho!. —respondió rápidamente cambiando su tono de voz, que detectaba cierto nerviosismo por su agradecimiento.

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