Lo Siento || Carta 3

14 1 0
                                    

"Esta carta debe ser entregada a la dirección xxxxxx en la calle xxxx, casa xx. El primogénito de la familia dueña de casa debe de recibir la carta"

Esas indicaciones venían con la carta cerrada. Los doctores se aguantaron la curiosidad y entregaron la carta a un mensajero local, el cual la entregó en mano a un joven mitad felino, Samuel Ridgewell. La carta llegó el día de ser descubierta, la tarde-noche en que fallecí.

"Amor mío,
lamento mucho que tuvieras que escuchar esta triste noticia. Espero ser el motivo por el cual te enteras y no por un tercero. No sé cuál opción dolería más o menos, pero siento que tengo la responsabilidad de contarte yo, siendo justamente el causante de lo ocurrido.
Posiblemente te estés preguntando qué ocurrió. Perdóname por lo que te voy a decir y no, no es broma. Sabes que jamás bromaría con algo que pueda herir tus sentimientos, mi sol. Pues mi vida ha llegado a su fin, tarde o temprano verás en las noticias más detalles del caso.
No me maté como tal, solo me dejé morir. Supongo que es igual.

Me destroza la idea de que en estos momentos tus bellos ojos -los mismos que me daban ese brillo de esperanza en todos los días de mi oscura vida- sean opacado por densas lágrimas de tristeza. Por favor no llores, te lo suplico. Odiaría que gracias a mi decisión te decaigas. Solo te pido por el amor que te tengo, por todas las noches juntos y por el futuro que no pudo ser, que sigas adelante. Vos tenés tus propias metas y sueños. Quiero que los cumplas, como último deseo solo anhelo tu éxito en la vida. Quiero que estudies los años que sea necesario, que consigas un buen trabajo, que te cases con alguien que te ame tanto como llegué a amarte, cariño.

Hablando de sueños, uno de los míos -de los más atesorados- era algún día pedir tu mano en matrimonio. La imagen mental de tu silueta en el altar esperando por mí, con tus prendas color blanco me hacían el despertar de cada día más ligero. Como si la pequeña esperanza de lograr aquello algún día me motivase como nada pudo antes.

Antes de desaparecer por completo, quería dejarte un último adiós. Una difícil, pero sincera despedida a la única persona que realmente llegó a robar un lugar importante en mi maltratado corazón.
No podía irme sin antes decirte lo agradecido que estoy con vos. En vida no tuve el tiempo de decírtelo, o el valor de hacerlo apropiadamente. Quiero agradecerte por mostrarme ese lado del mundo que era tan opaco para mí. Agradecerte por las veces que pusiste luz a mi vida en momentos de oscuridad pura ante mis ojos. Agradecerte por la dulzura de tus labios al pasearse sobre los míos. Agradecerte por las incontables noches que estuvimos bajo la luna y las estrellas, disfrutando de aquellas pequeñas cosas que daban belleza a la vida y eran invisibles ante mis ojos. Agradecerte por las noches donde el calor de tu cuerpo se combinaba al mío y éramos tan libres para dar el amor que compartíamos. Agradecerte por aceptarme con todos los defectos que tengo. Agradecerte por estar ahí en días tan difíciles que creí que todo acabaría. Agradecerte por acompañarme a la misión de devolver mi sonrisa y ser el motivo de que se cumpla. Agradecerte por ser quien sos y jamás cambiar eso por nadie.
Gracias por toda la alegría que trajiste a mi vida, aunque perdona que tirara todo a la basura al irme de esta manera.

Debo acabar ya esta dolorosa carta, y completar ese adiós que me era tan temido.

Lamento que esto acabase así.
Con todo el amor que te tuve Samuel, Chris (un idiota que cometió un terrible error)

Adiós. <3"

Nadie más que Samuel vio esa carta de despedida aquel día. Nadie más que él supo del sentimiento que plasmé en esas hojas por y para él. Únicamente él derramó el equivalente a un mar de lágrimas gracias a aquella carta.
Si esta historia hubiese acabado de alguna otra forma. Si en lugar de mi muerte sólo hubiese terminado en un estado crítico, pero vivo y tiempo después él viniese a verme en el hospital, hubiera sido doloroso, pero reconfortante el secar las lágrimas de su rostro. Lastimosamente esta pesadilla no tenía fin, no podía simplemente abrir los ojos y despertarse. De este acontecimiento, no existía ninguna salida.

Él lo sabía, ya sé había terminado todo, pero él único escape que vio en ese momento fue colapsar. Llorar hasta que los pulmones quedaran sin aire, los ojos sin lágrimas y la garganta sin voz. La carta cayó al suelo, a la par del joven destrozado que fue rápidamente acogido por su madre, milagrosamente presente en ese instante. La señora tomó a su primogénito y único hijo entre brazos, tratando de calmarlo.

Ella hacia lo que podía, se notaba que no sabía bien cómo reconfortar a otros. Mientras tanto, el joven no podía ni procesar bien las palabras que aparecían como pensamientos en su cabeza. Todo parecía tan extraño, muy lejano. La voz de su madre no hacía más que un eco leve en su cabeza, su mente estaba hasta el tope de miles de pensamientos y emociones encontradas.
Él sabía de mis malos momentos, mis pensamientos cuando los días eran negros, él hizo lo posible por ayudarme, por ser la luz que acabase con la oscuridad en mi vida.

Desgraciadamente una sola luz no puede brillar lo suficientemente fuerte para alumbrar todo un bosque nocturno, sin luna o estrellas, y ni hablar de las inexistentes luciérnagas. Solo lobos feroces, cazando, acechando, esperando el momento para atacar a su presa. En el momento del ataque de los lobos, los ciervos -lo más bello que había en el bosque que llamo, mi cerebro- terminan heridos y huyen o mueren. Así de simple mis pensamientos negativos acababan con mis sueños y metas personales a futuro. Pero los lobos tenían una debilidad, la luz. El resplandor de Samuel era más que suficiente para proteger de la muerte a los ciervos que representaban mis sueños de un futuro a su lado. Aunque esto no evitaba que salieran lastimados por los lobos de pensamientos negativos que me negaban ese futuro tan lindo.

Cómo siempre me dijeron, el tiempo no se detenía por nadie. Los días pasaron y Samuel fue a mi funeral, viendo a mi hermana menor con una carta parecida a la suya. Le daba pesar imaginar que pude haberle dicho a la pequeña en esa página. Él sabía lo mucho que significaba ella para mí. Samuel, mi pareja, era el que más sabía de mí sin dudar. Tantas cosas que me callaba y que sólo Samuel llegó a escuchar. Ahora me llevé muchos secretos a la tumba, secretos que compartí con Samuel. Secretos que ahora cargará él sólo, hasta que la muerte nos vuelva a juntar.

cycy shetsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora