once.

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Los días habían pasado, y con ello un fuerte dolor de cabeza que me jodía a cada hora. Hoy daban de alta a Hwang Hyunjin, y yo no había tenido el valor de ir a verlo mientras se recuperaba. Claro, para este tipo de situaciones era el rey de los cobardes.

¡Pero de todas maneras él no salía de mis pensamientos! Así que era como si estuviera acompañándolo, pero no físicamente. No es una excusa, yo lo sentía así y nadie podía hacerme creer lo contrario.

Me levanté dispuesto a hacer mis necesidades, pero mi madre tomó mi brazo con fuerza arrastrándome a la salida, no reaccioné hasta que me encontré de copiloto en su automóvil, con la puerta cerrada y el seguro puesto. Golpeé repetidas veces el cristal de la ventana, pero ella seguía parada hablando algo por teléfono. Después de unos cinco minutos así (más o menos) se dignó a subir y arrancar rumbo a mi muerte.

—¡Eres una loca! —Grité indignado antes de cruzarme de brazos y lanzarme hacia atrás, pegando fuertemente mi espalda contra el asiento. —¡No me dejaste cambiarme! —Llevé mi mano hacia mi boca y soplé contra esta para oler mi aliento. —¡Ni cepillarme!

—Toma una menta de mi bolsillo y no hables hasta que lleguemos, me tienes harta con tus niñerías. Yo no te crié así. —Frenó con fuerza por culpa de la velocidad y el carro de adelante. —¡Muévete pendejo! —Sacó su dedo medio antes de volver a conducir con tranquilidad y mirarme, dedicándome una sonrisa.

—Bufé— Sabes que odio el sabor a menta.

—La pasta sabe a menta y no te quejas.

—¡Es diferente escupir a tragar!—Pataleé haciendo sonidos con mi boca y comenzando a llorar. —¡No es justo que seas así conmigo!

—Jeongin, lo hago por tu bien y el de Jinnie.

Paró antes de seguir hablando, habíamos llegado y se concentró en buscar un lugar disponible en el estacionamiento.

—Esto no es por mi bien.

Ella se encogió de hombros y con una increíble maniobra logró estacionarse casi perfectamente en un pequeño lugar disponible. De verdad, estaba muy loca. Salió del auto desactivando el seguro para que yo pudiera salir, claro, ahora que ya no quería. Salí aún molesto y la miré poner la alarma, seguido de guardar sus llaves en ese gigantesco bolso Chanel que siempre carga.

—Hyunjin ha estado preguntando mucho por ti, después de salir iremos a comer con ellos. —Sacó de su bolsa ésta vez un polvo para retocarse y lo volvió a dejar en su lugar. —Compórtate, por lo que más quieras. Me dejas en vergüenza.

—Sí, ya está.

Asentí tratando de arreglar un poco mi cabello, ¿cómo ella pretendía que yo fuera a comer así?

Había dos opciones:

Yo era adoptado, o me quería ver haciendo siempre el ridículo.

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I don't like your face © Hyunin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora