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Chapter two.

A las 5:30 de la mañana su habitación, más específicamente su cama, se había vuelto demasiado aburrida y tediosa. Después de la cena con Yeji su alfa no dejo de gruñir y lloriquear, decir que era un bebé sería incorrecto pues era más agresivo y llorón, no había dejado de retorcerse haciendo que Hyunjin peleará contra la necesidad de romper algunas cosas y hacía que el rubio despertara cada cinco minutos solo para gruñir y llorar aún más, si eso era posible.

Le hubiera encanto decir que era solo su celo, pues tendría una excusa para buscar alguien con quien pasarlo, o aún mejor, un hermoso omega de labios rojos y voz profunda. Pero no era así, habían pasado 5 meses del último y, si el alfa seguía siendo regular como siempre, aún tenía un mes antes del siguiente.

Tras pelear internamente para volver a dormir -y tras una clara derrota- se levantó y fue directo al cuarto de baño dentro de su habitación para ducharse antes de hacer su camino hasta la oficina. La revisión de las oficinas en Japón era más trabajo de lo que creía, según sus costumbres y creencias acerca de la buena suerte y el próspero de un buen negocio, el diseño era completamente erróneo y tratar de dialogar con un Japonés terco no era el fuerte de Hyunjin.

El proceso que hacía antes de salir de casa era completado automáticamente todos los días, pero esa mañana su alfa se la estaba poniendo difícil. Si Hyunjin no le daba lo que quería él no se la dejaría fácil. Desde los escalofríos por la temperatura del agua, hasta el dolor de cabeza que experimentó mientras intentaba vestirse, todo era producto de un terco y caprichoso alfa contra su voz consciente.

¿Qué demonios quería que hiciera? ¿Volver a aquel cruce solo para esperar al pequeño? No lo haría, había una posibilidad en un millón de qué él estuviera ahí y no perdería su tiempo esperando a un hermoso omega, claro que no lo haría.

Su estómago quemaba y sentía constantemente la necesidad de gruñir, si trataba de ocultarla solo sentía un gran nudo en la garganta y su voz se volvía extraña, no más aguda ni más grave, simplemente no era su voz.

Faltaban un par de horas para que tuviera que llegar al trabajo, pero aburrido de escuchar gruñir a su alfa salió de su departamento y condujo -en el auto que había sido devuelto por Changbin la tarde anterior- por el camino largo para así perder un poco de tiempo y pasar por café para Felix y él.

La palanca del auto era constantemente estrujada por la mano izquierda del mayor en un intento por distraerse del picor en su estómago.

Su olor habitual de menta y tierra se veía cubierto por el olor de desesperación de su alfa -un olor cercano al de muchas especias juntas- que le disgustaba cuando lograba percibirlo.

En realidad, aunque Hyunjin lo quisiera, no podía buscar al omega del día anterior, Seungmin se había ido y por querer respetar su espacio no había pedido algún lugar en dónde encontrarlo, sería cuestión de suerte encontrarlo en algún lugar al azar, buscar entre toda la población de Corea sería como buscar una aguja en un pajar. Claro, la aguja más bonita y brillante de todo el mundo.

Pero su alfa no entendía razones, solo sabía que quería -necesitaba- al hermoso omega de ojos marrones entre sus brazos, lo más pronto posible, en ese momento para ser más exactos.

Se negó a seguir los instintos brutos que le dictaba su alfa, no lo haría, él tenía más autocontrol del que nadie pudiera pensar, no lo haría y sería su última palabra.

Y ahí se encontraba: diez minutos tarde para el trabajo, sentado en la acera en la que había encontrado al pequeño; después de una batalla consigo mismo, en la que su alfa estaba claramente del lado opuesto, decidió que solo esperaría treinta minutos, no más, no gastaría más tiempo en eso. Sin embargo, habían pasado cuarenta minutos desde los treinta minutos que se había prometido, ya iba diez minutos tarde al trabajo, pero su alfa brincaba de un lado a otro con esperanza de verlo de nuevo y a decir verdad también él lo hacía, miraba a todos lados esperando ver al omega que tanto había alborotado su interior.

Interdit; hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora