Mario estaba seguro de algo, Armando protegía demasiado a esa fea. Pudo sentir como su cara se tornaba roja de ira y la cabeza le comenzaba a doler, el pecho le molestaba y sentía una pena profunda. Estaba molesto, molesto de que su amigo siempre la defendiera y que siempre la hiciera parecer un ángel, si Mario no estuviera consciente del tipo de mujeres que le gustan a Armando estaba casi seguro que habría pensado que estaba enamorado de ella.
- Hombre, ya le dije que Betty se merece ese puesto. Si tan sólo pudiera convencer a la junta... -
- No pues, la próxima vez que entre a ecomoda me voy a enterar que Betty está en mi puesto y yo soy su nuevo asistente. - Calderón habló cargado de veneno.
- Ay, no sea estúpido... - Armando pensó que su amigo estaba bromeando.
- Claro, yo soy Marito el estúpido ¿Por qué mejor no nos hecha a todos y se queda con Betty la genio? Yo soy tan imbecil que no creo poder servirle para nada más. - el castaño se levantó del asiento y regalo una sonrisa triste dispuesto a retirarse a su oficina.
- Oiga, oiga, Mario ¿Qué le pasa? -
- Nada de su incumbencia. - El mayor iba a abrir las puertas de presidencia pero el pelinegro lo tomó de los hombros para girarlo hacia él.
- ¿Usted está enojado por lo de Beatriz, no le parece la idea de que ella sea la vicepresidente financiera? -
Mario tomó aire, Mendoza podía ser tan ciego ante lo obvio. Pero está bien, tenía derecho a una explicación.
- No es eso... Es que usted defiende mucho a esa fea y a mi no me gusta para nada. - Mario bajó la cabeza.
- ¿Por qué? - Armando le puso una mano en el rostro mientras intentaba que la mirada del mayor se enfocará en él.
- Es que.. Es que, no sé mmh... -
- Tranquilo, tigre. Usted me puede decir lo que quiera. - El mayor subió la mirada y le miró a los ojos.
- Creo que estoy un poco... celoso. -
El silencio se tornó incómodo y Mario bajó la cabeza sintiendo que la había embarrado.
- Yo... Olvídelo, tigre. Sólo fue un mal chiste. - intentó escaparse de la situación y guardar un poco de su dignidad. - Me voy a mi of-
No pudo terminar de hablar siendo interrumpido por el menor.
- No, venga para acá. - Lo guió hacia el sillón y lo sentó mientras que él también lo hacía.
- Hombre, de verdad. Lo dije en broma. - emitió una risa falsa.
- No me mienta, Calderón. -
Mario esquivaba su mirada porque sabía que iba a leer la mentira en su rostro, pero jamás se imaginó que lo podría saber sin mirarle a los ojos.
- Mario, mire... ¿Me podría explicar por qué siente eso? - Armando buscaba su mirada sin éxito.
El castaño no quería hablar, se sentía realmente estúpido por abrir su maldita boca. Quizá sólo debió tragar sus sentimientos como siempre lo hacía. Negó con la cabeza y se cruzó de brazos.
- Por favor. - pidió el menor.
- Le dije que era sólo un chiste. -
- Yo sé cuando me miente, Calderón. -
Mario lo miró y algo desganado asintió.
- Es sólo que siento que usted la estima y la aprecia mucho, mientras que a mi cada vez me trata peor. Yo sé que usted es un gritón pero a veces me duele que me diga tantas cosas, como que yo soy inútil o imbecil. - el castaño bajó la vista a sus manos que se movían nerviosas frotándose una contra la otra.
- Mario, yo no tenía idea que usted se sentía así. - Armando le puso una mano en el hombro intentando darle algo de tranquilidad.
- Tranquilo, no importa, de verdad. - mintió intentando de escapar de la situación. - Ya no me molesta tanto.
- No diga eso, hombre. Usted tiene razón, he sido injusto con usted. - El pelinegro se acercó a su rostro para tomarlo con ambas manos y mirarlo frente a frente. - Yo no quiero que usted se sienta así, perdón por haberlo herido.
Mario lo miraba con la boca entreabierta, los ojos brillosos y un poco de ansiedad rondando en su mente. Estaban muy cerca y sus manos acariciando su rostro se sentían muy bien, bajó la mirada a sus labios por unos momentos y ambos se acercaron inconscientemente.
- ¿Le parece si le ofrezco ir a almorzar como disculpa? - El castaño salió de su trance con las palabras del pelinegro, asintió levemente y se alejó un poco de su rostro cuando Armando retiró sus manos.
El menor se paró y le dio una pequeña caricia en sus rulos para luego sonreírle y tomar las llaves de su auto.
- ¿Nos vamos? - preguntó abriendo la puerta de presidencia.
- S-sí... - la voz de Mario salió en un susurro y se paró mientras sentía el corazón acelerado y las mejillas rojas.
¿Qué había pasado?
¿Por qué se sentía así? Dios, estoy... No, no estoy enamorado.
Yo no me enamoro ¿Cierto?
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1999 | ArMario (one-shots)
FanfictionBásicamente son historias de una parte de Armando x Mario, algunas tristes, felices, +18, angsty, etc.