Mario Calderón estaba riendo, una risa irónica pero aún así riendo. Miró al hombre que le estaba gritando y le regaló una sonrisa ladina.
- ¡¿Contrabando, contrabando?! - Mendoza exclamaba con furia. - Usted es un inútil, Mario.
- A ver, usted también estaba de acuerdo. Usted también fue a ver las telas, no me venga a culpar a mi de todo, qué usted también se equivocó. -
Armando subió una mano con la intención de golpear a su amigo, pero se resistió.
- ¿Ah, encima me va a pegar? No pues, jódase Armando. - El castaño puso dos manos en el pecho del pelinegro y lo empujó levemente.
- Betty, váyase a almorzar. - El presidente habló.
- Pero doctor, son las 10... -
- ¡VAYA A ALMORZAR, CARAJO! - con el grito resonando en todo el segundo piso la asistente hizo caso. - Y me cierra con llave.
Cuando quedaron solos Mendoza arrastró a Calderón a la oficina de Betty.
- Mire, baboso. Usted a mi no me empuja, no me insulta ni mucho menos me falta el respeto. -
- Es que, ahg... - el vicepresidente gruñó con rabia haciendo que su garganta doliera. - Usted a mi me puede decir lo que quiera, me puede pegar, me puede insultar pero apenas yo le digo algo a usted se pone así.
- Cállese... -
- NO, no me voy a callar porque usted me tiene que escuchar. Yo NO soy al que se le ocurrió meterse en esta locura financiera, no soy quien prefirió su orgullo sobre la empresa, yo no soy el q- - Mario no pudo seguir hablando porque el puño cerrado de Mendoza dio contra su labio.
- Mire, Mario Calderón. Yo no estoy aquí para escuchar quejas, yo estoy aquí para escuchar soluciones. - lo agarró de la chaqueta para mirarlo a los ojos.
- Renuncio. - musitó el mayor, esquivando la mirada de su amigo.
- ¿Qué? -
- Renuncio, Armando. Me voy de aquí, usted no me necesita. Ya tiene a Betty. - Calderón aprovechó la confusión del menor para separarse de él y arreglarse la chaqueta. - Le deseo mucha suerte, la necesita.
- Usted sale de esta oficina y yo lo mato. -
Una sonrisa sarcástica siguió esas palabras.
- Máteme si quiere, Armando. Ni vivo ni muerto le sirvo, usted tiene razón en llamarme inútil. - Calderón podía sentir sus ojos llorosos.
Estaba harto, harto de la empresa, harto de Armando, harto de Betty, harto de los problemas. Sólo quería que todo fuera como antes, su amigo y él trabajando para Roberto. Armando no lo insultaba tanto, no lo golpeaba, no lo hacía sentir miserable. Mario no sentía cada vez que llegaba a su hogar que no tenía otro propósito más que trabajar.
- Perdón... - susurró el menor de los hombres. - Yo a usted lo necesito.
- Armando, usted no... - Mario tuvo que tragar saliva y respirar profundo. - usted no me puede hacer esto.
- No debí haberlo golpeado, me equivoqué. -
- No hablo de eso. - susurró el vicepresidente haciendo un pequeño puchero con los labios. - Usted no me puede confundir así.
- ¿C-confundir? - Ahora sí que el de gafas no entendía nada.
- Usted me dice que soy un inútil, luego me dice que me necesita. Me golpea, pero me pide que me quede. Es como, como si usted me odiara pero a la vez no pudiera vivir sin mi. - Mario ya no pudo evitar algunas lagrimas que comenzaron a rodar por su mejillas, las limpió con brusquedad marcando sus mejillas con un tono rojizo.
- No se haga eso... - Armando se acercó para tomar ambas muñecas del castaño, pero este intentó separarse. El agarre del pelinegro se hizo más fuerte, sin dejarlo ir.
- ¡D-déjeme, suelte! - Mario comenzó a agitarse intentando escapar del agarre de su jefe, intentando esconder su cara llena de lágrimas. - ¡SUÉLTEME!
- Mario, tranquilo. Perdón, por favor. Tranquilo, ya. - Mendoza le soltó las muñecas para tomarlo de la cintura y acercarlo a su cuerpo.
- ¡No, no, no! - el mayor comenzó a chillar. - Y-yo no necesito que usted me abrace, y-yo estoy bien.
- Usted no está bien ¡Ya basta, Mario! - Mendoza lo acorraló contra el escritorio obligando a que se sentara. - Perdón, perdón, perdón.
El castaño comenzó a sollozar, odiándose por no poder controlar sus emociones. Intentó jalarse el cabello, esperando que el dolor le otorgara algo de control. Pero Armando lo detuvo y le acercó el rostro a su pecho, haciendo que sollozara contra este y se aferrara a su cuello.
- S-soy un inútil, p-perdón. - Mario dijo con rabia, sin poder evitar que su voz se quebrara.
- No, no... Eso no es verdad, yo estaba equivocado. - Mendoza lo acercó más a él, sintiendo culpa. - Venga, dejemos estoy por hoy y nos vamos a mi apartamento.
- N-no, tenemos que resolver esto hoy. -
- Shh... Tranquilo, mañana lo vamos a resolver. Ahora vamos a descansar ¿SÍ? -
- E-está bien. - Mario asintió apartando su rostro del pecho de Mendoza.
Armando lo miró con tristeza, muy pocas veces en su vida había visto al castaño llorar, pero jamás lo había visto así. Le pasó una mano por la mejilla y le dio un beso en la frente.
- Vamos, Marito. -
ESTÁS LEYENDO
1999 | ArMario (one-shots)
FanficBásicamente son historias de una parte de Armando x Mario, algunas tristes, felices, +18, angsty, etc.