Golpe de calor

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- ¿Aló, Calderón? Son las dos de la mañana, hermano. - Armando se frotó los ojos mientras se sentaba en la cama.

- Tigre, necesito ayuda. -

El pelinegro se preocupó, la voz de su amigo sonaba afligida y triste.

- ¿Qué pasó? -

- Me siento mal, por favor véngase para acá ¿Sí? - Mario rogó. - No sé a quién más llamar, por favor.

- Está bien, hombre. Llego en 10 minutos, no se preocupe. - Armando cortó la llamada y se levantó rápidamente vistiéndose con unos pantalones y una camisa.

Se subió a su carro y manejó rápido, llegando al apartamento de su amigo sacó sus llaves y abrió la puerta.

- ¿Mario? - no hubo respuesta por algunos segundos.

- ¡En el baño! - el castaño gritó antes de escuchar como una arcada salía de su boca.

- ¿Qué le pasó, tigre? - dijo el menor acercándose a acariciar la espalda de su amigo mientras vomitaba. - ¿Qué tiene?

- No sé, hermano. Llegué de mi viaje y me sentí así, de verdad me siento terrible. - el castaño se paró para tirar la cadena y lavarse los dientes.

Armando esperó pacientemente y cuando estaba listo se acercó y le puso los labios en la frente.

- Tiene fiebre. - se separó un poco y le tomó la mejilla. - Yo le dije que allá hacía muchísimo calor ¿Tomó agua y se mantuvo fuera del sol como le dije?

- Uhmm... - Mario miró al piso y negó.

- Ay, hombre. Lo que usted tiene es un golpe de calor, por eso se siente tan mal. A ver, vaya a acostarse y le voy a llevar un vaso de agua con limón para la deshidratación. -

- Pero- - Mario quiso reclamar.

- No, no peros. Si usted me llamó es para ayudar así que me hace el favor y me obedece. -

Mario rodó los ojos queriendo hacer un chiste, pero se sentía horrible y ni eso podía hacer. Se retiró a su habitación mientras que Armando se retiraba a la cocina a preparle el refresco.

- Tigre, tigre, tigre, tigre, tigre...- luego de unos minutos Mario comenzó a llamar al menor.

- ¡Ya voy! - casi gritó.

- Tigre, tigre, tigre... -

Armando gruñó exasperado y tomó el vaso caminando a la habitación del castaño, lo dejó en el velador y se sentó a su lado en el borde de la cama.

- ¿Qué pasa? - preguntó mientras le ponía la mano en la frente para comprobar su temperatura.

- Me siento mal. - dijo el mayor haciendo un puchero triste y cruzando los brazos.

- Lo sé, Mario. Pero mire, tómese esto y luego toma una siesta. - Armando le pasó el vaso y Mario lo tomó todo en unos segundos, sgeuramente la deshidratación lo tenía sediento.

- Muy bien, ahora acuéstese e intente dormir. -

- No, no puedo. Me duele mucho la cabeza y no quiero estar solo, no quiero sentirme mal. - El castaño comenzó a hablar de manera más desesperada y Armando se imaginó que la frustración de sentirse así ya lo tenía cansado.

- Tigre, tigre... Tranquilo, yo me voy a quedar acá cuidándolo y voy a pedirle la medicina para que se le pase ese dolor de cabeza. Ahora venga, acuéstese. - Mendoza le acomodó la almohada pero Calderón gruñó con rabia y se tomó la cabeza entre las manos. - ¡Eh! Mario, tranquilo.

1999 | ArMario (one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora