Descendiente de Nerómados

Capítulo I: Memorias

La vida me ha enseñado lo mucho que puede cambiar absolutamente todo en tan poco tiempo, y es impresionante echar la mirada tan solo unos meses atrás y sentir una sensación de calidez y nostalgia que probablemente no vas a sentir nunca jamás. Yo soy y siempre he sido una chica risueña, energética y, debo decir, bastante amable, ahora mismo tengo 15 años a pesar de que mi apariencia física incitaría a cualquiera a pensar que no paso de los 13, por mi cara redonda y mis grandes ojos. Mi nombre es Nora, Nora de la tribu de los Nerómados, aunque poca gente debería de saber eso después de lo que pasó hace unos meses.

Hoy es día tres, tres de mayo del año 875, bastante apenada me siento a comer como de costumbre, en una cueva para resguardarme de la tormenta eléctrica que hay ahí afuera la cuál debo decir que me aterra, en ese momento me miro en el reflejo de un charco y caigo en cuenta de mi deplorable estado, se asomaban algunos rizos provocados por la humedad, observo mi coleta desecha por la lluvia, y la mala condición de mi vestimenta, quizás debería apañarme para conseguir ropa más digna como sea. Mientras como, pienso y recapacito nuevamente. Como dije antes, hoy es día tres de mayo, lo que significa que justo hoy hacen seis meses que aquello ocurrió.

Fue un día relajado en el que yo como todas las tardes viajaba por las afueras de Eneria, famosa aldea en la que residía, en busca de alimentos para alimentar a mi pequeña familia, mis dos padres y mis hermanos. Se hacía de noche y se acercaba la hora de volver a mi aldea, como todas las semanas había conseguido distintos alimentos para poder pasar bien los siguientes días, por lo que llevaba mi mochila llena de diferentes tipos de fruta, setas y unas cuantas verduras que pude conseguir en la ciudad a muy buen precio, Caía la noche, yo ya empapada en sudor podía ver a lo lejos mi aldea rodeada de una peculiar vegetación que siempre ha sido reconocida en mi villa, entonces me impacienté en llegar pues tenía ganas de darme un baño y cenar con mi familia como hacía normalmente. Al llegar después de ese día, me di cuenta de que el pueblo se veía mas apagado que de costumbre, no había nadie en las calles, todo estaba silencioso cuanto menos, y al llegar a mi casa, no había rastro de nadie, ni de mis familiares, ni mis amigos, ni ningún otro habitante, no sólo eso, tampoco quedaba quedaba ni rastro de nuestras pertenencias, todas las casas estaban completamente vacías, por lo que pensé que debería revisar todo el pueblo en busca de alguien o algo que me sirviera para entender que había ocurrido en mi ausencia.

 No obstante, mientras buscaba en la plaza principal de la aldea, encontré en un antiguo y deslucido banco una nota que se veía vieja, al verla pude deducir que pertenecía a algún habitante de mi villa, pues es una aldea de bajos recursos en la que no es nada fácil obtener un papel en buen estado. Entonces, sorprendida, me precipité a abrir la nota.

"Nora, te escribo bajo la consciencia de que esto podrá ser lo último que escriba, no sé que está pasando ahí fuera, en estos momentos estoy escondido y no creo que deba salir. Creo que aquí se aproxima el fin de nuestra especie, están exterminando a todos y no hay escapatoria, ¿quiénes son y qué quieren de nosotros? No tengo nada claro, lo único que puedo hacer ahora es esperar mientras escucho cómo matan a los nuestros, pero no soy fuerte, no podría hacer nada más que quedarme aquí y suplicar por mi vida, se que hay alguien detrás de esto y ojalá poder decirte quién. Vas a ser la última nerómada que quede tras esto Nora, supongo que eso me pone triste, pero no tanto como saber que ya no volveremos a vernos, ni tú, ni yo, ni nuestros padres."

Habría reconocido  esa letra donde sea, era de Adler, mi hermano mayor. Desde ese día no he vuelto a saber más, no he vuelto a ver a mi hermano, a mis padres, ni a nadie de Eneria, me imagino lo peor, lo único que me interesa a estas alturas es averiguar y encontrar a los culpables de que haya perdido a mi familia, no sé cómo lo haré, pero de todas formas no tengo ningún lugar a donde ir, tampoco tengo nada que perder, simplemente me niego a morir con ese remordimiento.