"𝖊𝖓𝖛𝖚𝖊𝖑𝖙𝖔 𝖊𝖓𝖙𝖗𝖊 𝖙𝖚𝖘 𝖕𝖎𝖊𝖗𝖓𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖘𝖆𝖙í𝖓." 𝖊𝖝𝖙𝖗𝖆 ;

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"No me culpe por lo que hice, ni me culpe por lo que soy, porque yo no se quien soy, apenas soy un reflejo de lo que usted produce en mí, de sus enigmas, de sus rechazos, de la zozobra que me mantiene.

Parece que usted no escuchara mi grito desesperado, parece que no le conmoviera ver como la amo, ¿acaso eso no importa?

Tampoco me pida que sea indiferente cuando usted está con él, no me pida que me no me convierta en una tempestad, que no pierda la calma cuando veo que la están arrancando de mi lado, no lo soporto.

Aún la considero mía a pesar de la distancia, no me culpe, se lo ruego. Porque usted me sumió en este túnel oscuro, y profundo, y no me dijo por donde era la salida.

Devuélvame sus besos, dígame que es mía, devuélvame la paz".

-Betty la fea.

Hanagaki Takemichi esta acostumbrado con pesar a ser usado tal y como una muñeca de porcelana, la más delicada, la más frágil, la más llamativa

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Hanagaki Takemichi esta acostumbrado con pesar a ser usado tal y como una muñeca de porcelana, la más delicada, la más frágil, la más llamativa. La que realza la vista en una vitrina translúcida debido a su belleza oxigenada y fragante, abrumadora; Todos la buscan para saciar sus vástagos deseos, saciarse así mismos y lucirla como una propiedad, o un trofeo. Pero no para tratarla por lo que es.

Una fina, sutil y triste muñeca, tinturada en cerámica, recubierta en blanquecino esmalte.

Al final, el quebradizo objeto siempre tiende a resbalarse de entre las palmas sudorosas y efímeras, la muñeca cae y se rompe. Solo quedando trozos, tiras o murmullos de migajas que las aves querrán comer; Se acostumbra de la misma forma a sus relaciones, a sus terribles fracasos amorosos. Está, aunque no debería, acostumbradísimo pero aquel hecho no evita que en su pecho aparezca esa punción dolorosa y falleciente.

El pecho se la achica al darse cuenta de una verdad, la que más le duele entre todas: Las manos de Manjiro... siempre, siempre, fueron sudorosas. Como las de un niño. Quizás sí es uno del montón, porque le falla, porque le deja plantado. En medio de la pista de baile. Junto con el corazón desecho y ultrajado. A fin de cuentas, Manjiro solo es un niño y le ilusiona como tal.

Quiere convencerse de tal manera que pinta escenas falsas en su mente. Tal vez su perro se enfermó, o el perro de su madre, o algún gato, o el pez de la vecina; Es bueno inventando, lo es. Intenta justificar de cualquier forma la ausencia de su unilateral amor, tontamente, para no sentirse tan maltrecho, herido... usado. Porque se ilusiona como un idiota y ahora llora como uno.

"Una decepción más no debería matarme"- pronuncia suave. Sin embargo, miente. La situación roza en la aflicción y le desgrada, le desgrada porque jura que Manjiro es diferente, alguien bueno u honesto. Uno que si es capaz de cuidar su bruto, torpe e irascible corazón.

"Entre poesías tristes y caricias profanas"- Takemikey OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora