Capitulo 1

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Sus pies descalzos y azulosos por el frío temblaban, su cabello desordenado se movía al ritmo de la brisa congelada, sus lágrimas no cesaban y sus pensamientos confusos aún tomaban la decisión de acabar con su vida, y aunque aún no estaba claro, seguía acercándose a la barandilla.

Este relato suena distante, y como si hablara de una chica que no conozco, y tal vez sea cierto que nunca la llegué a conocer realmente, pero la verdad es que esa chica sujeta al puente soy yo.

Aveces hablar de ti en tercera persona ayuda a aclarar las cosas, o bueno, una parte de estas, al menos. En realidad no sé si quiero aclararlas, solo quisiera poder olvidarlas.

Me acerco aún más al borde y, con mi vista nublada y empapada, miro las aguas que llenan el caudal del río. Están inquietas y oscuras; tan oscuras que no puedo mirar mi reflejo por más que me esfuerze en hacerlo.

—Quiero morir.- Aunque soy yo quien lo ha dicho, no lo parece, pero yo lo hice, ¿por qué dudo?— Quiero morir.— Repito para convenserme, y siento como si se lo dijera a alguien inexistente, como si alguien me estuviera oyendo, a pesar de que presiento que nadie lo hace, pero ¿quién sabe?

Paso mis piernas por sobre la barandilla de modo que mis pies estén al borde, si diera un paso más caería, y es lo que "quiero hacer". Mis brazos siguen sujetos a la baranda, pero mi cuerpo está más allá de ella. Siento el frío del metal en la parte baja de mi espalda y me estremezco.

Tomo un respiración honda —es extraño ser consciente de mi última respiración—  y pienso en lo mucho que me gusta que el viento golpeé mi rostro. Mientras lo hago, cierro los ojos y me suelto.

Me imagino cayendo, y rompiéndome al golpear contra el agua, veo mis piernas fuera de mi cuerpo, y mis brazos a punto de zafarse, pero tal vez estoy exagerando de una forma demasiado sádica.

El aire corta mis mejillas como cuchillas, apenas soy consciente de esto cuando siento el choque de un cristal en todo mi cuerpo.

El impacto contra el agua me hace soltar el aire que contuviera antes de caer. Siento como mi estomago se contrae, y mis pulmones ruegan por oxígeno; podría nadar a la superficie en busca de este...puro, y exquisito aire. Abro los ojos pero de nada me sirve: no logro ver más allá de mi nariz.

Quiero vivir.— Me sorprendo al escuchar ese susurro en mi cabeza.

—No, no quieres.— Digo a mi subconsciente, o a lo que sea que me este hablando.

—¡Quiero vivir!— Repite, esta vez más fuerte, casi como un grito desesperado.

Siento el agua helada establecerse en mi, o más bien en la parte física de mi, y a pesar de lo helada que está, siento que mi cuerpo arde y pesa. Morir no se siente bien.

Vivir tampoco, me recuerdo a mi misma.

Tal vez morir ahogada no fue una buena idea, pude simplemente drogarme o algo, pero creí que esta seria la mejor manera de acabar con todo, es la mejor metáfora después de todo: "ahogada", así me sentía la mayoría del tiempo, a punto de ahogarme, pero sin hacerlo realmente.

Y ahí es cuando acaba. Cierro mis ojos y me dejo ir, y sé que he muerto, al menos eso creo ya que no siento ninguna de mis extremidades.

Me estoy rindiendo, y es cuando escucho su voz.

—¡Vamos!, ¡vamos!, ¡despierta!

Suicide.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora