Carlos vuelve tras un largo día de trabajo, y como es costumbre decide volver a casa caminando entre las silenciosas y acostumbradas calles de su barrio.
La luna inunda con ese brillo plateado la noche cuando pasa por aquel callejón al que desde niño teme tanto.
Hay aún más silencio que antes,
lo único que se alcanza a oír durante metros es el paso de sus botas gruesas en el empolvado pavimento.
Está a punto de cruzar para dirigirse camino a la cuadra del parque cuando recién sale del callejón y la oscuridad comienza a ser un poco menos tétrica.
Sube la banqueta y toma el camino menos largo para atravesar la plaza, y tras un largo tramo, repentinamente siente como un escalofrío inexplicable le recorre toda la espalda hasta llegar a su cuello y desaparecer; sacude los hombros quitándose el sueño que cargaba en ellos para cuando lo hace notar a aquel hombre que parecía haber tomado forma en el silencio que lo acechaba.
-Buenas noches-
Escucha tras la sombra que proyectaba el gran y alto árbol debajo de aquel hombre con un saco gris y aspecto descuidado, como si una nube de polvo acompañara su ropaje.
Carlos tras notarlo, le responde temeroso y alerta:
-Buenas noches-
El hombre rebasa el paso cansado y modesto de Carlos con una forma impredecible mientras que una fría ráfaga sacude los árboles tirando unas cuantas de sus hojas con la misma fuerza con la cual hace volar el sombrero de aquel señor al suelo.
Carlos ya un poco fatigado del hombre adelanta el paso, para agacharse y recoger el sombrero de color negro azabache.
- ¡Oiga! -
Grita Carlos mientras ve el sombrero que lucía rasposo y quemado por las orillas.
- ¡el aire le voló el sombrero! -
No hay respuesta a su alegación.
Decide lleno de ansiedad levantar la mirada para notar que casi justo frente a sus ojos, habría desaparecido tal como apareció aquella misteriosa figura, entre las sombras imperceptibles a lo lejos.
Su cuerpo regresa a aquel escalofrío cuando caminando de nuevo, nota un olor familiar.
Un olor que recordaba algo sumamente raro para él.
Era esencia de flores, una esencia que siempre se acompañaba con recuerdos fúnebres.
-el olor de la muerte- decía su mamá.
Baja la mirada, notablemente asustado, cuando nota algo en el suelo justo en el lugar donde estaba aquel sombrero:
una carta.
Una carta de la lotería.
Con el número 2 marcado tras la alargada y lánguida figura del diablo nota en el reverso la siguiente leyenda:
"Carlitos, vengo a cobrar la deuda que tu familia me debe desde hace ya un tiempo".
Desconcertado, tira el sombrero al suelo y guarda la carta en la bolsa de su pantalón mientras camina ya a un paso muy acelerado.
Siente una desesperación muy grande por llegar a su casa y no volverse a topar en ningún momento del camino a ese hombre.
Su prisa lo hace llegar rápidamente a la cuadra de su casa, dando ya cerca de las 3:20 de la madrugada.
Comienza a subir las escaleras con fatiga cuando siente en un corto lapso de tiempo que de nuevo volverá ese escalofrío.
El cuerpo le empieza a temblar, pero esta vez nota algo diferente.
Nota un dolor que se acrecienta en cada escalón.
Carlos sufre un fuerte infarto.
Cae entre las escaleras entumecido y el silencio lo ahoga cuando siente una fuerte punzada en el pecho.
Logra ver una larga silueta subiendo escalón a escalón hasta tomar la carta en su bolsillo y esfumarse cuando el dolor termina,
lo hace cuando queda muerto entre dos escalones más para llegar a la puerta de casa.
Su cara lo decía todo, una terrible expresión de miedo, mezclada con la palidez en su cuerpo después de aquel infarto que le arrebató el aliento.
Aquel hombre cumplió.
Bajo la luna quedó sellada aquella noche junto a la carta con la promesa de cobrar una deuda de tiempo atrás.
La familia de Carlos tiempo después fue informada de aquel terrible suceso.
Durante el sepelio; Irma va al cajón fúnebre, visitando la inerte figura de su hermano.
-Ay, Carlitos, si supiera que esto iba a pasarte, yo...
Yo hubiera hecho algo por ti hermanito.
Perdóname por no estar ahí, contigo-
Irma ve fijamente la cara inexpresiva de Carlos a través del cristal en su ataúd y baja la voz en un tono más amenazante:
-Pero bueno, la deuda de papá no era algo nuevo para nosotros, allá te voy a ver pronto, hermanito-.
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Cantos de la Luna
HororLa familia Luna, selló su destino hace tiempo, y los recuerdos nunca mueren... Una leyenda, en México siempre conlleva una travesía que mezcla lo emocionante del misterio junto al terror, logrando una combinación de conceptos que erizan la piel cada...