Luz de Luna

🌓CAPÍTULO 1: LA BIBLIOTECA🌓

La luna llena se asoma en el oscuro cielo de la ciudad, llenándolo de brillo. No tengo claro si las estrellas son visibles esta noche o si las nubes de contaminación han conseguido volver a taparlas, pero para ser sincera, mi última preocupación en este momento son la luna y las estrellas, por mucho que lo único que me apetezca hacer en este momento sea tumbarme en el jardín para observarlas mientras disfruto de la última noche del verano, la última antes de mi último año de instituto.

Mis pasos y mi respiración agitada son lo único que se escucha en las silenciosas calles de la ciudad, mientras corro tan rápido como me permiten las piernas. Apenas hay coches a estas horas. Mis pulmones arden en busca de aire por la larga carrera, pero ahora mismo no puedo parar, no cuando estoy tan cerca de mi objetivo. El sonido del tráfico va en aumento, recordándome que ya estoy cerca, lo que me hace olvidar el cansancio durante un momento y hace que aumente la velocidad mientras una pequeña sonrisa se forma en mi boca.

Intento recuperar un poco del aire que he perdido antes de entrar en el único lugar que soporto de esta ciudad. La pequeña biblioteca está situada en el centro, lo que hace que esté relativamente cerca de mi casa y del instituto, por lo que vengo a menudo. A pesar de ser un pequeño local del centro, la biblioteca es moderna y acogedora, lo que hace que puedas pasarte horas y horas perdiéndote entre sus estanterías. 

El olor a libros es lo primero que noto nada más entrar por la puerta de cristal, y no puedo evitar respirar profundamente. Hay estanterías por todas las direcciones, llenando tu visión con libros de todos los colores. Resistiendo las ganas de echar un vistazo rápido, avanzo hacia el mostrador. No hay mucha gente a estas horas, salvo algunos estudiantes que intentan terminar lo que asumo que son trabajos de clase. Me detengo en frente de la mesa del mostrador, donde la señora Benson mira con el ceño fruncido la pantalla de su viejo ordenador.

— Un momento porfavor.. — Dice. Dirige su mirada hacia la mía y solo tarda un segundo en reconocerme. — ¡Alice! Que agradable sorpresa querida, no te esperaba hasta el miércoles. —

La señora Benson me recibe con una cálida sonrisa. Se ha cortado el pelo grisáceo a la altura de la barbilla, haciéndole lucir más joven, y las pequeñas arrugas que tiene alrededor de los ojos se le marcan a causa de la sorpresa, probablemente por no haber avisado de que iba a venir.

— Hola, señora Benson, me alegro de verla. — Respondo sonriéndole.

— Ay niña, te he dicho mil veces que me llames Dorys, me haces sentir vieja.- Ríe divertida.

— Nunca podría, tiene el alma más joven de esta ciudad. —

Hace un gesto para restarle importancia mientras sonríe. A pesar de haber entrado ya en lo que llamamos la tercera edad, la señora Benson es una de las personas más aventureras que he conocido y para ser sincera, nunca habría adivinado que ya ha pasado los sesenta años si no tuviera el pelo gris.

— Basta de piropearme, querida, que harás que me sonroje. Dime, ¿Qué necesitas? porque no has venido aquí a saludarme después de no saber nada de ti durante el verano, ¿verdad? —

La señora Benson me da una mirada de falso reproche con sus grandes ojos castaños, pero no puedo evitar sonrojarme. Es cierto que no he venido durante las vacaciones, pero necesitaba un cambio de aires.

— Claro que sí — Digo con una risa nerviosa.—

— Se te da fatal mentir — Pellizca una de mis mejillas mientras ríe también.

— Está bien, me has pillado — me encojo de hombros riendo — He venido a por un ejemplar de Romeo y Julieta, me lo han pedido para Literatura y se me había olvidado que lo doné aquí el año pasado.